Hace
ya varias semanas que no hablamos de la crisis financiera y en unas fechas como
estas, celebrando la Navidad, no vamos a amargar con malas noticias. Por el
contrario, vamos a fijarnos en los aspectos positivos.
El
primero de ellos es que España, como demuestra Kike Vázquez en El Confidencial
del 24/12/2012 es solvente, y que el problema que tiene es de liquidez. Lo
curioso es que a las personas de calle les sucede lo mismo que al Estado. Son
solventes. Una gran mayoría son capaces de generar recursos suficientes para
devolver las deudas o están respaldadas por propiedades, negocios… Si no
logramos generar esos recursos, la buena noticia es que sabemos que tenemos que
cambiar nuestro modelo de negocio, ya sea empresarial o personal (en Prossem
siempre hemos defendido que las personas debemos gestionarnos como si fuésemos
empresas) y cambiar. La disposición a cambiar y actuar (a hacer cosas
diferentes para obtener resultados
distintos), es una fuerza poco valorada por los analistas.
Una
segunda noticia es que los economistas empiezan a darse cuenta que la política
de ajustes y austeridad no va a darnos grandes resultados. Desde Adam Smith hasta la actualidad, pasando
por Samuelson, Keynes, Phelps, la curva de Beveridge o los modelos
estocásticos, ninguno ha estudiado el desempleo. Los modelos clásicos y
neoclásicos, la escuela de Austria, tan defendida por algunos gestores de hedge
funds, son mentira. Por ejemplo, no existe correlación estadística entre
prestaciones por desempleo y tasa de paro de un país. E intentan que nos creamos lo contrario. La buena noticia es que
la economía tradicional no explica nada la crisis actual y no nos queda más
remedio que buscar explicaciones alternativas. Y la segunda gran noticia es que
cada vez son más las personas que aportan ideas y reclaman derechos, pero
conscientes de sus obligaciones. Son pequeños pasitos para que cada uno tome la
iniciativa sobre su vida y busque formación, cimientos para un análisis sereno
de la realidad que nos ha tocado vivir, y, también serenamente, tomar las
decisiones oportunas.
Asistimos
también al nacimiento de una ciencia prometedora, como es la Economía
Conductual. Se basa en experimentos, no en modelos matemáticos. La mayor parte
de las teorías económicas se basan en el principio de equilibrio y en la
racionalidad humana. Y no tienen en cuenta el comportamiento real de las
personas. No somos tan racionales, sino que estamos influidos por el ambiente
en el que vivimos, por los demás, por nuestras motivaciones y nuestros deseos,
o por creencias. La Economía Conductual toma una teoría económica, deriva qué
comportamientos serían racionales en ese caso y los pone a prueba. Y generalmente demuestra que actuamos de una
manera muy, pero que muy diferente a cómo la economía tradicional nos dice. Lo
bueno, es que la Economía Conductual pone el foco en las
personas, en lo que realmente hacen, sienten y piensan. Esta manera de estudiar
nuestra relación con el dinero aporta datos sobre cómo nos manipulan para que
incrementos nuestros niveles de consumo, como nos hacen creer que hemos tomado
una decisión racional cuando no es así, nos alerta de nuestros “fallos” de
diseño – como no ir a comprar al supermercado antes del almuerzo o llenaremos
nuestro carro de cosas que no necesitamos – y avisa de la manera en que nuestra
mente nos pasa malas jugadas – como cuando estamos estresados que nuestro nivel
de “defensa” baja, nuestros criterios de qué es aceptable o no se modifican. Por
eso, algunas tiendas ponen música moderna a un volumen muy elevado. Como toda
nueva ciencia, sus resultados aún son pocos, pero bien fundamentados. De hecho,
uno ya cuenta con un premio Nobel, Daniel Kahneman, y su teoría de toma de
decisiones. Poco a poco, se va teniendo un conjunto de conocimientos fiables y
válidos que permitirán, en un tiempo no muy lejano, modificar los
comportamientos económicos y financieros tanto de nosotros mismos, nuestras
familias y grupos de referencia, como de políticas macroeconómicas y de gestión
de recursos comunes.