viernes, 24 de mayo de 2013

ERA UNA SEMANA MÁS...


        Hace varias semanas empezamos a tratar algunos aspectos que son importantes a la hora ganar calidad de vida, en algunas cuestiones recurrentes ya en nuestro blog: el valor del autoconocimiento, la irracionalidad humana, la necesidad de un mundo consciente y de auténticos líderes… Normalmente, damos pequeñas pinceladas, sin profundizar demasiado – estamos presentes para quien quiera en las redes sociales como Facebook o Twitter – pero intentado interpretar el mundo desde los descubrimientos de la psicología, neurología o la reflexión filosófica.

       Esta semana era una más, y el asunto que habíamos elegido era la psicología del dinero. Sin embargo, ha ocurrido un horrible asesinato en Londres; el soldado Lee Rigby, de 25 años de edad, es brutalmente asesinado y degollado por parte de dos personas, que dicen “sufrir” por la presencia de las tropas inglesas en Irak y Afganistán. Posteriormente, grupos ingleses han atacado las mezquitas de la ciudad.

         Este acontecimiento hiela la sangre. Imagínate dando un paseo por cualquier barrio de Madrid, y de repente, te asaltan dos personas. Pero, a parte de los sentimientos de miedo, pena por el soldado y su familia, o cualquier otro sentimiento, podemos sacar tres conclusiones.

       La primera es el valor de la vulnerabilidad. No sabemos cuál es nuestra fecha de caducidad. Y tendemos a protegernos de todo daño, real o imaginario. La vulnerabilidad es la puerta para darse cuenta de nuestra materia prima, qué nos duele. Protegernos nos ha llevado a inventarnos mundos irreales, a buscar explicaciones, a confundir creencias o deseos con realidad. La selección natural ha beneficiado a aquellos que tenían hijos que no mostraban vulnerabilidad y que se pensaban los más guapos, los mejores y los más habilidosos.

     La segunda, es la importancia de vivir el momento presente. Nos estamos acostumbrando a funcionar en piloto automático. Hablamos por el móvil mientras comemos o jugamos con el Ipad, atendemos a varias conversaciones, vamos con prisas a todos los lados… Y así nos va, con el número de enfermedades relacionadas con el Estrés creciendo exponencialmente. No somos capaces de mantener la atención demasiado tiempo,,, El poeta portugués Fernando Pessoa, escribió un poema que se llama “Vive” que queremos compartir, porque expresa muy bien lo que queremos decir con “la importancia del momento presente”. Dice así

Vive, dices, en el presente
Vive sólo en el presente.
Pero yo no quiero el presente, quiero la realidad;
Quiero las cosas que existen, no el tiempo que las mide.
¿Qué es el presente?
Es una cosa relativa al pasado y al futuro.
Es una cosa que existe en virtud de otras cosas que existen.
Yo quiero solo la realidad, las cosas sin presente.
No quiero incluir al tiempo en mi esquema
No quiero pensar las cosas como presentes; quiero pensar en ellas como cosas;
No quiero separarlas de si mismas, tratándolas de presentes”.

           El poema sigue. Tiene otra estrofa más. Pero lo esencial ya lo hemos dicho. Importa ver las cosas, vivirlas, tal cual, sin añadidos.

        La tercera es el peligro de la polarización. Cuando las ideas, sean religiosas o políticas, se radicalizan, se van  a los extremos, las consecuencias son dolorosas. Y dos posturas enfrentadas entre sí, cada una en un polo, se alimentan entre ellas, siendo cada vez más lejanas, más enfrentadas. Por ello, es necesario desarrollar habilidades de pensamiento crítico y enseñar a nuestros menores a pensar, a analizar, a no dejarse llevar por fanatismos.

           Aceptar la vulnerabilidad, saber pensar y argumentar y vivir cada cosa que nos rodea son la única vacuna contra la cerrazón y el odio. Lo demás, son palabrerías.

jueves, 16 de mayo de 2013

LA FICCIÓN QUE ES REAL.


    Desde Freud, se acepta que existen esperanzas, motivos, deseos que son inconscientes. Es decir, no los tenemos en nuestra mente en el momento en el que actuamos, sino que tenemos que buscar en un lugar más profundo para entender por qué hacemos lo que hacemos. Las pruebas en las que se basaba el padre del Psicoanálisis, extraídas del estudio de sus propios casos o los de colegas cercanos, de la literatura, del arte, siempre confirmaban las hipótesis del alemán, o sus  interpretaciones sobre los actos fallidos.

        Una de las fuentes de irracionalidad humana es, efectivamente, el inconsciente. Pero no en el sentido en el que lo entendían Freud y los psicoanalistas, la Gestalt de Perls o la Programación Neuroligüística actual. El inconsciente que presentamos hoy es torpe, no nos ayuda, nos guía hacia decisiones incorrectas y mantiene comportamientos que en ocasiones son dañinos para nosotros.

        El primer componente del inconsciente irracional es biológico. Es el sistema límbico. Poco evolucionado, no es muy diferente que el de una rata y tiene dos características: Es rápido, muy rápido, cuando capta un estímulo, lo carga emocionalmente y funciona como un “todo – nada”, Es decir, vemos un tigre, le damos valor emocional “miedo”, el sistema se activa y nos hace correr. Sucede lo mismo con cualquier otro peligro, incluidos los que no existen. Si, por ejemplo, el jefe te ha contestado muy serio, llegas a casa y estás pensando si se habrá enfadado, si las cosas van mal, si hay crisis… empiezas a pensar que te van a despedir… terminas con úlcera de estómago.

      El segundo componente del inconsciente irracional son los sesgos o tendencias a comportarnos de una manera determinada. Y tenemos varios tipos de sesgos, unos perceptivos (recuerden las ilusiones de la semana pasada), otros cognitivos (de los que hemos hablado en otras entradas del blog) y otros emocionales. Vamos a resaltar algunos de ellos.

        La duración de las emociones es el primer error. Son más transitorias, tienen una vida más corta de lo que nosotros pensamos. Sin embargo, sobrevaloramos constantemente nuestro estado emocional, y predecimos que nos sentiremos en un futuro igual o similar a cómo estamos ahora. Probablemente nos equivocamos.

        Las emociones afectan a la percepción del riesgo de ocurrencia de un acontecimiento. Nuestra percepción del riesgo se incrementa cuando ese hecho tiene “saliencia”, que traducido es algo así como no se nos va de la memoria porque sale en todos los lados, en la tele, en el periódico, en Internet… y si tenemos una respuesta emocional a ese hecho… pues ya está, nos parecerá el acontecimiento más peligroso del mundo.

        Otra emoción inconsciente es el producido por el efecto “víctima identificable”. Si nos piden hacer un donativo para eliminar el hambre en África o para quitar el hambre a “Awakganha”, que es una niña de 3 años, y te enseñan una foto, y tan solo es un euro al día… ¿Qué suele suceder? ¿Saben cómo se elimina el efecto de la víctima identificable? Pensando en términos de estadística, de racionalidad. O viendo una foto de quince niños, de la misma aldea que nuestra niña, en la que no identificamos a ninguno, no le ponemos nombre.

        Otro de los efectos de la emoción inconsciente es, que no somos capaces de predecir cómo vamos a actuar bajo presión, o bajo los efectos del estrés,  o de un “calentón”. La mayoría de las respuestas agresivas hacia superiores vienen dadas por un desborde del caudal de ansiedad que uno tiene. Incluso esos comportamientos se generalizan y se producen en casa. Otro ejemplo es el resultado de un experimento en el que personas jóvenes eran incapaces de entender su comportamiento en un estado “caliente” (sexualmente activados) desde un estado frío y sereno (en el primer estado cometían más conductas de riesgo y su estándar moral se relajaba) o el descubrimiento de que aquellos que mostraban señales de tener compromisos más puritanos tenían mayores ratios de infecciones de transmisión sexual.

        La irracionalidad comienza en nuestro inconsciente y dentro de él, las emociones son uno de los actores principales. Las emociones son una parte básica de la naturaleza humana, y pueden trabajar a nuestro favor o en nuestra contra. Pero lo más importante de hoy, es que las emociones pueden tomar el control sobre la cognición, el pensamiento racional y crítico, y llevarnos a cometer errores. O a perder dinero haciendo donativos a una niña que igual, no existe.

        El ejercicio de la semana:
Siéntate en un sitio cómodo, en el que puedas mantener la espalda recta. Elige alguna situación del pasado en el que te sentiste abrumado por un jefe, tu esposo o esposa, que explotaste. Ahora, intenta rememorar la experiencia original, pero ojo, hablamos de la experiencia, de la emoción, no del discurso interno que la acompañaba, no de las justificaciones a tu comportamiento. Es difícil revivirla, ¿verdad? Trata de hacer lo mismo, de imaginar la situación mientras te centras en tu respiración y vas contando de uno a diez. ¿Difícil? ¿Qué sucede?

      En nuestro programa Inteligencia Emocional Plena, mostramos como hacer conscientes nuestras emociones y lograr que trabajen a nuestro favor. Atrévete a hacer más ejercicio como éste.

        Por un mundo consciente.

jueves, 9 de mayo de 2013

CAMBIO DE TERCIO.


    Esta semana cambiamos de tercio. Dejamos a un lado el autoconocimiento para adentrarnos en otro de los factores más llamativos del comportamiento humano: la irracionalidad. Somos irracionales, tomamos decisiones sin pensar. Lo curioso de la irracionalidad humana, es que es predecible. Podemos saber cuándo el cerebro nos va a jugar una mala pasada.

        Posiblemente uno de los mejores ejemplos de irracionalidad son las ilusiones visuales. Una de ellas es la ilusión de la torre inclinada. Al presentarse dos fotografías, una al lado de la otra, como por ejemplo, la torre de pisa. Y se pregunta cuál de las dos está más inclinada. La respuesta más común es la de la derecha. Pero si cambiamos las fotografías de posición, es decir, la de la izquierda pasa a la derecha y la de la derecha pasa a la izquierda, ¿Qué torre estará más inclinada? De nuevo será la que está nuestra derecha. ¿Cómo es eso? Pues es una mala pasada de nuestro sistema visual. Cuando vemos dos torres juntas, como dos rascacielos, los vemos en perspectiva, es decir, ambos suben hacia el cielo en paralelo, pero si fueran más altos, se tocarían. Hagan la prueba. Pónganse debajo de dos rascacielos que estén juntos y miren hacia arriba. Verán como convergen sus puntas, como si se fuesen a tocar, o como si fuesen dos vías de tren (que parece que se juntan en el infinito aunque sabemos que nunca es así). Sin embargo, en la ilusión de la torre inclinada, nuestro cerebro interpreta que se ambas torres pertenecen a la misma escena y que se están separando. Por ello, siempre, siempre, la de la derecha se verá más inclinada.

        Lo que nos enseña esta ilusión visual o cualquier otra, son dos cosas. La primera, es que todo el mundo se equivoca en las ilusiones. Todo el mundo cae en ellas. Y la segunda, es que, aunque sepas el resultado de la ilusión, ésta sigue ocurriendo. La torre se sigue separando, el puente de St. Louis nos parece más alto que ancho auque sepamos que miden lo mismo y siempre veremos a la vieja y a la joven o la copa y las dos caras frente a frente. Y eso ocurre porque nuestro cerebro usa información de nuestro entorno más cercano para dar sentido a lo que captan nuestros sentidos. Vemos con nuestros cerebros, incorporamos nuestras expectativas… Las ilusiones visuales son una metáfora del pensamiento humano.

     La irracionalidad se manifiesta en muchas de nuestras decisiones. Algunas  importantes, como  la donación de órganos y otras más banales, como pagar una compra con tarjeta de crédito o con efectivo. Se manifiesta en mantener una idea hasta consecuencias no predecibles por pura “cabezonería”, tozudez u obstinación, en lugar de evaluar y comprobar nuestras afirmaciones. De hecho, uno de los axiomas de los estudiosos de la irracionalidad es, que si piensas que tu intuición es la correcta, mídela, ponla a prueba, que seguro que no es así. A veces, la ciencia nos demuestra que lo que pensamos no es cierto, no es exacto, y cuando eso sucede, avanzamos hacia un mundo mejor.

        A lo largo de las siguientes semanas vamos a desgranar la irracionalidad. Además de hablar de toma de decisiones, discutiremos algunas irracionalidades respecto al dinero, sobre cómo nuestra mente trata con él. Intentaremos analizar un poco la deshonestidad (aunque ya la hemos tratado en este blog cuando hemos hablado del autoengaño, de Alfred. Mele y de R. Trivers). Bucearemos en el mar de la motivación y del trabajo, de cómo se relacionan. Veremos asuntos relacionados con el autocontrol y terminaremos mirando con atención nuestras emociones, cómo funcionan y cómo “nos nublan” el juicio.

       Como en las semanas anteriores, dedicadas a “Conócete a Tí Mismo”, pretendemos dar algunas pinceladas, tomadas de diferentes fuentes. Beberemos de la Filosofía y, sobre todo, de la Psicología. Y no pretendemos agotar cada tema en estas breves líneas semanales. Nos contentamos si logramos inducir el “gusanillo” por entender la mente, por comprender al ser humano.

      Comprender la irracionalidad propia es crecer en autoconocimiento. Y conocerse permite ganar en libertad de acción y sobre todo, en libertad de querer, de voluntad. Merece la pena dedicar un poco de tiempo. En Prossem, os esperamos.

         Ejercicio de la semana.
Las ilusiones visuales tienen dos características, que hemos citado más arriba. Todo el mundo las padece y aunque las conozcas, las sufres. Pero hay muchos tipos de ilusiones visuales. Proponemos buscar algunas y tratar de comprenderlas (y comprobar que aún así, se siguen viendo). Las que proponemos son la ilusión de serpientes giratorias, cualquier cuadro de Vasarely y sobre todo, nuestras dos favoritas: la Mona Lisa (hay que fijarse en la sonrisa) y la cúpula de la iglesia de San Ignacio de Roma.

viernes, 3 de mayo de 2013

RESPIRA, TAN SOLO RESPIRA.


        Las últimas semanas hemos tratado de ver qué sabemos de nosotros mismos y cómo podemos conocernos. Para ello, nos hemos servido de diferentes pensadores, a lo largo de la historia, que nos han servido de guías.

        Iniciamos el viaje con Sócrates, que nos enseño que la auténtica sabiduría consiste en conocerse, en argumentar aquello que sabemos, y la necesidad de la conversación con otros y de las preguntas adecuadas para alcanzar el verdadero conocimiento. Descartes nos mostró como, a través del pensamiento, de la introspección, podemos lograr cotas de conocimiento claras y distintas, que el pensamiento es lo único que importa. Con Gilbert Ryle pusimos nuestra atención en las disposiciones, es decir, en las tendencias a comportarnos de una manera concreta bajo unas circunstancias específicas. Freud nos señaló el camino del inconsciente, de los deseos ocultos y Wilson nos mostró que ese inconsciente nos mantiene vivos, sanos y tiene su propio sistema inmunológico, que nos hace ver lo que queremos y no la realidad tal cual es. Por último, con Antonio Damasio hemos aprendido que el cerebro es importante, que el cuerpo y las emociones son las que marcan cómo somos y cómo nos comportamos.

     En el conocimiento de nosotros mismos, existen  muchos más focos a los que podríamos prestar atención. La historia de la filosofía nos permitiría nadar en las ideas de Aristóteles, de la definición de persona de Locke, de volver sobre las preguntas adecuadas siguiendo a Arendt, pero nuestra última parada es preguntarnos qué sucedería si no existiese el yo mismo.

       Lo primero que le sorprendió a Herrigel cuando quiso aprender el arte japonés del tiro con arco, fue precisamente que pensaba demasiado. Mientras él era incapaz de disparar con el arco de bambú, mucho menos de acertar con la diana, su maestro le indicaba que se centrase en su respiración, que no hiciese fuerza, que no pensase. Herrigel, alemán, no podía entender cómo un anciano podía disparar el arco apenas sin esfuerzo y el ni lo doblaba para colocar la flecha. El problema; pensaba demasiado, no sentía, no repetía la tarea, no se concentraba.

         Es lo que descubrió Erich Fromm. En su arte de amar, al hablar de la práctica del arte de amar, habla de disciplina, de concentración. Y pone un ejemplo: fumar. Fumar indica una falta de atención, porque ocupa nariz, boca, ojos y tacto. Es un síntoma de estar distraído. A no ser que fumar sea la actividad que queremos hacer en ese momento y sólo esa actividad… Pero no, la mayoría fumamos para reducir la ansiedad, para ocupar nuestras manos cuando no sabemos dónde ponerlas o nuestra boca cuando no sabemos qué decir. De nuevo, si en el tiro con arco lo importante era la acción en sí misma, estar presente, en el amor, sucede lo mismo. Sin la presencia en cada momento, el amor se estropea, pierde su novedad, se rutiniza.

      Gracias a los trabajos de Eugen Herrigel y de Erich Fromm, hemos conocido el Budismo en occidente.  A ellos se les sumaron otros escritores, desde diversos puntos de vista. Mark Siderits ha estudiado el Budismo como filosofía, Tiene los mismos ingredientes que cualquier religión: un premio o más allá, en este caso la reencarnación a través del Karma, tiene una ética, tiene una serie de prácticas comunes a todas las escuelas, una epistemología – una teoría sobre qué sabemos y cómo – una cosmología – una teoría del mundo- pero no tiene un dios concreto, aunque nació del hinduismo donde sí tienen varios dioses.

      Sin embargo, para el budismo, el self, el yo mismo, es tan sólo un conjunto de pensamientos que tenemos sobre nosotros mismos. Y  pensar demasiado implica mucho esfuerzo, demasiado, sin que lleve a lograr ningún objetivo. De hecho, el centro del budismo es la práctica, práctica y sólo la práctica de la meditación, de la conciencia plena. Así trata de enseñar las Nobles Verdades y el Óctuple Sendero el monje y escritos Budista Thich Nhat Hanh; no se trata de conocernos. De hecho, da igual. Se trata de ser concientes a cada momento de lo que hacemos, para conocer las fuentes de sufrimiento y superarlas,  para actuar en consonancia. No hay yo mismo, hay inter-ser, todo conectado con todo.

         Los budistas ponen el acento en la práctica de la meditación, de la atención plena a aquello que hacemos. ¿Podemos olvidarnos de nosotros mismos y concentrarnos cada día? Un Síntoma de que una terapia está acabando y ha ido bien, es que el paciente deja de hablar de sí mismo… Es posible que tengamos que pasar del “conocernos a nosotros mismos” al “no nosotros mismos”. Pero, ¿quién Sabe? Y exista o no, ¿Cómo podemos trasformarnos a nosotros mismos?... El budismo propone la meditación, el mindfulness como camino. Andemos conscientemente.

         El ejercicio de la semana.
Proponemos una pequeña meditación esta semana, para ponernos en contacto con el Budismo. Es la meditación del Bambú. Consiste en inhalar despacio, el aire que podamos, al mismo tiempo que imaginamos que llenamos un bambú con ese aire. Después exhalamos, echamos el aire, en segmentos, como los del bambú, en tres, o cuatro veces, mientras imaginamos que se vacía el bambú según los trozos que tenga. Cinco minutos cada día...