martes, 27 de marzo de 2012

RUIDO MENTAL

            El País publicaba el martes, en su versión digital, el siguiente artículo:

            Las distracciones son el problema. Constantemente estamos obligados a elegir entre el ahora y el largo plazo. Y esa es la dualidad humana. Entre lo que es mejor para uno o entre “el me lo estoy pasando bien”, aunque lo que estés haciendo destruya a tu pareja y a ti mismo. Ser consciente a cada momento es tan duro, tan difícil… pero es tan necesario, tan importante… nos jugamos tanto cada día… nos jugamos los próximos setenta años de vida.

            Normalmente no nos damos cuenta de las circunstancias que nos rodean. Para eso existen las emociones. Nuestro cerebro no gestiona toda la información que le llega. Son demasiados bits. Por eso, solo atiende a los que considera importantes, a aquellos que pone al organismo en situación ventajosa en el momento dado, en el aquí y ahora. Y nos hace cometer errores.

         Queremos hacer demasiadas cosas. Y no nos damos cuenta que la vida es recíproca. No es una relación lineal de causa – efecto. No. Queremos ser maridos amantísimos y no nos damos cuenta que aquello que reprochamos a nuestra pareja no son fallos suyos, sino responsabilidades nuestras. Queremos ser padres perfectos y los errores de nuestros hijos son nuestros fracasos como padres.  

         Ocupamos nuestra mente con muchas tareas. Trabajo, casa, pareja… y nuestro cerebro no está preparado para mantener muchas tareas activas. No somos como los ordenadores. Si no acabamos una tarea, ésta ocupa espacio en nuestra mente, ocupa tiempo. Reduce recursos. Y nuestra memoria de trabajo es limitada. No disponemos de los recursos que nos gustarían. Si dedicamos tiempo y esfuerzo a trabajar, no lo disponemos para hacer el amor. Si lo dedicamos al facebook o a Internet, no lo disponemos para leer o estudiar. Nos estamos volviendo superficiales.

            Queremos que nuestra relación se base en el respeto, es decir, en que nos vean de una manera diferente y tal cómo somos, prestándonos atención constante. Deseamos que nos cuiden, que estén pendientes de nuestras necesidades y que nos ayuden a cubrirlas, de manera responsable. Y que además, se mantenga nuestra autonomía personal. Pero, ¿estamos dando lo mismo que pedimos?

            También estamos convencidos, pero equivocados. Definimos la estupidez como la suma de dos errores mentales, la sensación de impunidad (nunca ha pasado nada) y el hecho de sobrevalorar nuestras opiniones, conocimientos y habilidades. Cuando pensamos que podemos hacer lo que queramos sin que tenga consecuencias, estamos actuando estúpidamente. Cuando decimos “yo controlo”, es cuando ya es demasiado tarde, y ya el control está fuera de nosotros, de nuestro alcance y, posiblemente, no volvamos a recuperarlo.

            El ruido mental en el que vivimos también nos hace perder una de las emociones básicas. La compasión y la misericordia se han olvidado y ahora se llaman empatía. Que queda mejor. Sin embargo, no nos ponemos en la piel del otro tan fácilmente como nos venden los libros de autoayuda o los cursos de Inteligencia Emocional. Preferimos el orgullo, que nos hace racionalizar – buscar razones – y proyectar en las personas que están a tu lado, convirtiéndolos en culpables de lo que no lo son.

         Llenamos nuestras cabezas con materia para sobrevivir cada día. Al cerebro le encanta ese juego. Y somos capaces de tirar por la borda años de pelea, de lucha y de auténtica pasión por tomar un par de cervezas de más y por no centrarte en la persona a la que más quieres en el mundo.

          A Hamilton, las distracciones le hicieron perder unas carreritas. Nada. Un mero juego. A las personas normales, sin salir en los periódicos, nos pueden hacer perder bastante más. Podemos perder la carrera de la vida. 

martes, 20 de marzo de 2012

SI QUIERES VAMOS JUNTOS

            Hace ya un tiempo que no hablamos de finanzas. Nos hemos centrado en las emociones y cómo gestionarlas. En el estrés y cómo superarlo y hemos hecho referencia a la psicología positiva.

            Sin embargo, la psicología nos dice que para buscar la felicidad, para generar el bienestar, debemos tener cumplidas una serie de necesidades básicas. Y seamos sinceros, el estado de bienestar se encuentra en serias dificultades.

            Una manera de tomar el pulso a la sociedad es ver el número de veces que se busca una palabra en un área geográfica, utilizando las herramientas que ofrece Google. En concreto, las palabras finanzas, asesor financiero, planificador financiero, refinanciación, hipoteca, problemas económicos… Por ejemplo, el 10% de las búsquedas en Google en Noviembre de 2011 eran “crisis financiera” o temas relacionados. Sin embargo, para planificador financiero, desde 2004, no existe un volumen relevante de búsquedas. Para asesor financiero, las búsquedas no superan las 2600 al mes, la mayoría en Madrid, y están relacionadas con cursos de formación en este asunto.

            Otra manera de mirar cómo va la vida, es ojeando los títulos de los libros de no ficción que se publican. Aunque, a veces, son una ficción auténtica. Últimamente encontramos algunos títulos relacionados con la economía personal, como finanzas para tontos o finanzas para dummies. Tan ricamente.

       El análisis que nosotros hacemos es el siguiente: Tenemos una situación macroeconómica complicada, con unos niveles de endeudamiento muy elevados. Claro, las deudas se pagan si se generan ingresos y  España como país lo hace, y a nivel particular, con cerca de cinco millones de parados, tampoco generamos recursos. No me puedo preocupar de mi desarrollo personal si tengo en mente con qué voy a pagar la letra de la hipoteca o qué le voy a llevar a mis hijos pequeños. Además, nos tememos que la situación va a ser algo larga. La demografía en España ha caído poco a poco. Somos un país de viejos. Y mantener el sistema de protección social, jubilación, paro y demás subvenciones es muy caro. Estamos abocados a subidas de impuestos, a más recortes y a la pérdida de calidad de vida. Y vamos a vivir más años. Nuestra esperanza de vida es mayor, por lo que nos jubilaremos más tarde y con menos capacidad adquisitiva. Por último, no basta con leer libros y ver programas sobre finanzas. La salud financiera personal depende de llevar un programa de autocontrol estricto con respecto a las decisiones que tomamos.

        En Prossem ofrecemos servicios de planificación financiera. Utilizando las herramientas del Coaching, tratamos de desarrollar las capacidades financieras de nuestros clientes. Juntos, creamos “su concepto financiero” y lo revisamos a lo largo del tiempo. Es decir, nosotros no contratamos productos financieros en su nombre, tampoco le recomendamos productos: hacemos que sus capacidades financieras cambien, modifique su manera de pensar en el dinero y  sea usted quien en todo momento tome las decisiones informadas que quiera.

            Su concepto financiero se crea en torno a cuatro “patas” importantes: Protección, Ingresos, Jubilación y Patrimonio. Las cuatro están completamente interrelacionadas.

  • Protección: con un sistema sanitario con recortes y camino del copago, debemos estudiar cómo defender nuestra salud.
  • Ingresos: tenemos que potenciar nuestra estructura de gastos e ingresos, gestionar nuestra liquidez para poder ahorrar una pequeña cantidad cada mes.
  • Jubilación: cuando nos jubilamos, nuestros ingresos serán un porcentaje de lo que hemos ganado en nuestra vida profesional. La mayoría de las personas reduce sus gastos de acuerdo a su nuevo nivel de vida.  Crear un capital que nos permita reducir el impacto de esa reducción lo máximo y mantener nuestro poder adquisitivo es uno de los pilares básicos de la planificación.
  • Patrimonio: el patrimonio es la clave de la seguridad financiera, sea nuestra situación la que sea. Si tenemos hijos o los vamos a tener, si vamos a adquirir una vivienda… contar con un patrimonio sólido es fundamental. Además de crearlo, tenemos que saber mantenerlo.

          Analizamos las cuatro “patas”, su situación actual, y vemos cuáles son sus objetivos. Y creamos un camino juntos, un plan, una forma de lograrlo.

           Si quieres, vamos juntos.

martes, 13 de marzo de 2012

LA CIENCIA DEL BIENESTAR

               Se celebra en Madrid, los próximos días 15, 16 y 17 de Marzo, el primer congreso nacional de Psicología Positiva. Bajo dicho nombre, se reúne un conjunto de estudios que pretenden determinar las bases del bienestar humano.

             ¿De qué trata la Psicología Positiva?. Martin Seligman pasó a la historia de la Psicología por sus estudios sobre la indefensión aprendida y sus efectos en la depresión. La indefensión aprendida se puede resumir en que un organismo aprende que haga lo que haga, va a dar igual. La ausencia de percepción de control sobre las consecuencias de nuestro comportamiento produce déficit a nivel cognitivo (pensamiento), a nivel emocional e incluso a nivel motor (en los experimentos originales las ratas se quedaban petrificadas en una esquina de la caja de Skinner temblando y llegaban a morir de hambre a causa del miedo). Después, este mismo psicólogo publicó trabajos sobre el aprendizaje del optimismo, sobre qué se puede cambiar y qué no, y sus dos últimos trabajos están relacionados con la felicidad. En “La auténtica felicidad” expone la idea fundacional de la Psicología Positiva: hasta ahora, la psicología ha estado exclusivamente centrada en el sufrimiento y en los aspectos negativos o patológicos del ser humano. Esta nueva rama se centrará, pues, en los aspectos positivos, en qué hace feliz al hombre. El libro después desarrolla una serie de datos e ideas acerca de la felicidad y cómo llegar a ella.

          En España, tenemos diferentes publicaciones sobre el asunto: “Optimismo Inteligente” que abrió la veda, “Psicología del Potencial Humano”, que es un conjunto de artículos de diferentes autores, “La ciencia del Bienestar”… Además, existen varias páginas Web y tenemos un gran número de psicólogos dedicados a esta materia. No en vano, Carmelo Vázquez, Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, es el Presidente – Electo, por unanimidad, de International Positive Psychology Association.

          Algunos aspectos interesantes que ha aportado la psicología positiva son, por ejemplo, la resilicencia, o la capacidad que tenemos los seres humanos para sobreponernos a los golpes que nos da la vida. Otros temas de estudio han sido las fortalezas humanas – una especie de estilos psicológicos – o la satisfacción vital. Pero sin duda, el centro de atención, posiblemente influidos por el éxito de los trabajos de Goleman – es “las emociones positivas”, como el amor, la bondad, el optimismo, el humor y la felicidad.  Sobre las fortalezas, incluso se puede realizar un test en http://www.authentichappiness.sas.upenn.edu/Default.aspx

             Las aplicaciones de la Psicología Positiva son numerosas. En primer lugar, aporta datos sobre la mente humana que se pueden utilizar en la empresa. Se han estudiado los factores que favorecen la motivación en la empresa, la efectividad laboral y el liderazgo. En la clínica, se ha trabajado sobre el Mindfulness, la autorregulación de la tristeza y la prevención de la depresión. Otros ámbitos de la psicología que se han enriquecido han sido la psicología social, con estudios sobre la inteligencia emocional, sus usos y abusos o la educación con desarrollos sobre la creatividad en los niños.

             Otro conjunto de datos que nos aporta es el estudio Coca – Cola sobre la Felicidad o la Felicidad Nacional Bruta: la Economía de la Publicidad.

         Todas las herramientas y datos que la Psicología positiva aporta ayudan a los psicólogos a fortalecer las capacidades de afrontamiento de las personas. También ayuda a los profesionales del coach para que sus clientes lleguen a los objetivos que se marcan. Y, sobre todo, permite a las personas construir su bienestar. No basta con ganar dinero. No basta con un puesto de trabajo maravilloso y ser jefe una empresa del Ibex. No. La ciencia nos está demostrando que la felicidad va por otro camino. Y estamos empezando a comprenderlo.

             Sin embargo, existen algunas críticas a la psicología positiva. Para empezar, no es cierto que la ciencia de la mente se haya centrado sólo en el sufrimiento o las patologías. Algunos de los datos que aporta ya se conocían. De hecho la Psicología como ciencia nace y se desarrolla para mejorar la educación o la selección del personal militar.

          Una segunda crítica es lo difuso de algunos términos. Por ejemplo, Seligman da mucha importancia a las fortalezas, pero su definición como constructo no cumple con los requisitos científicos y psicométricos.

            Tercero: se enfoca demasiado en las emociones positivas y se olvida de dos cosas. La primera es que las emociones son un producto de la evolución por selección natural. Y si existen las emociones negativas es porque nos han ayudado a sobrevivir. Imagínense si no tuviésemos miedo a los leones… La segunda es que desde la autoayuda y la cantidad de libros que se publican como “el tesoro”, “piense y hágase rico”  o “poder sin límites” parece que tienes que tener, sí o sí, una actitud positiva siempre. Tienes que estar perfecto. Y el ser humano los “tienes que…” no los asimila muy bien. Los seres humanos tenemos emociones y algunos días son maravillosos y otro no. Y lo que no es posible es que, por poner el foco en estar estupendos, nos amarguemos la vida.

           Como toda ciencia viva, la Psicología va creciendo y descubre nuevos elementos con los que enriquecernos. Que en España, en la situación de crisis financiera en la que nos hemos instalado, se celebre el I Congreso Nacional de Psicología Positiva, merece nuestra atención y nuestro reconocimiento. Y deseamos que el conocimiento que adquiera pronto pueda aplicarse a las vidas de las personas que buscamos el bienestar propio y el de las personas que nos rodean.


martes, 6 de marzo de 2012

PARA QUE NO OCURRA NUNCA MÁS

            Todos los martes procuramos publicar un artículo en este blog. Desde enero del 2011 hemos hablado de qué hace nuestra empresa, de la importancia de la formación, de finanzas, de emociones, de nuestro cerebro…

            Vamos a seguir hablando del cerebro. Y queremos resaltar algo importante: El cerebro no es perfecto. El cerebro es ciego. El cerebro es un órgano tremendamente egoísta. Y entendemos la mente como aquello que el cerebro hace. Por tanto, la mente no es perfecta. Desgraciadamente, no comprendemos cómo funciona la mente tan bien como conocemos el funcionamiento del cuerpo. Somos capaces de extirpar tumores, de realizar transplantes, de usar máquinas para mantener un corazón vivo… pero no diseñar un estado de bienestar, curar la depresión o la esquizofrenia, no dejarnos llevar por los celos o un enfado, gestionar nuestros sentimientos ante la pérdida de un ser querido o sanar la infelicidad. Gastamos recursos y tiempo en estudiar ingenierías, idiomas, carreras técnicas, profesiones… pero no así en aprender a aprender, en desarrollar habilidades de pensamiento o en algo tan simple como mejorar nuestra atención.

            Nuestro cerebro nos hace creer que somos únicos, irrepetibles. Nos enamoramos de nuestras ideas, de las explicaciones que le damos al mundo que nos rodea y atribuimos causas al comportamiento de los demás. Vemos, predecimos y nos explicamos el mundo a través de nuestra mente. Y somos conscientes – a pesar de Freud – de muchas más cosas de las que nos podríamos imaginar. Somos capaces de imaginar el futuro, de crear sinfonías bellísimas y de disfrutar del arte.

            La mala noticia es que la mente es un sistema de órganos de computación diseñado por la selección natural para resolver problemas específicos del medio en el que ha evolucionado. Es decir, de nuestros antepasados cazadores- recolectores, y no del siglo XXI. Y ello conlleva que la mente comete errores, fallos. Y los errores y los fallos nos meten en problemas y logran que sigamos siendo incapaces de curar el dolor que siente una persona rechaza por otra. O de eliminar los prejuicios raciales o el machismo.

            En este blog hemos comentado ya que los seres humanos somos ciegos a los grandes números. Ver las cifras de los rescates bancarios o de Grecia nos da una higa, porque solo sabemos que es mucho dinero. Y, aunque algunas informaciones en Internet digan que si hubiesen dado ese dinero al ciudadano de a pie se hubiesen solucionado los problemas, no es así, porque ni tocamos a tanto dinero, sino que además generaríamos hiperinflación. Por cierto, también somos ciegos al fenómeno de la inflación. Sólo nos damos cuenta que “los euros duran menos que las pesetas”. No vemos nada, ni torta, de las estadísticas. Es muy fácil que nos engañen o “vendan la moto” con porcentajes y gráficas. Y de probabilidad ni hablamos. No damos ni una.

            No vemos aquello que no esperamos ver. Que un gorila rojo aparezca en pantalla mientras contamos las veces que una pelota va de una persona a otra no es importante, pero cuando lo que no esperamos es un motorista que nos adelanta por la derecha, supone la diferencia entre la vida y la muerte, generalmente del motorista. Pensamos que lo que recordamos es lo que realmente sucedió (y es imposible que una persona de 30 años recuerde a Naranjito y el gol de Francia a España). Sobrestimamos nuestras capacidades y creemos que alguien que muestra seguridad en sí mismo es alguien que sabe mucho de aquello que habla. Sobrevaloramos nuestros conocimientos y creemos que entendemos cómo funcionan las cosas, sin darnos cuenta que, cuanta más información, cuantos más datos, peores decisiones (porque normalmente, ni ustedes ni nosotros recogemos esos datos de forma sistemática y controlada para evitar el azar). Pensamos que existen partes de nuestro cerebro sin usar, que sólo utilizamos un 10 % y el otro noventa podemos entrenarlo y ser los más listos del barrio, y además, se entrena fácilmente, haciendo sudokus o programas de entrenamiento cerebral con la videoconsola o simplemente escuchando a Mozart.

            Hay dos fallos mentales que hoy nos preocupan especialmente. Uno de ellos es que nos enamoramos de nuestras creencias. ¿Quiere discutir usted con alguien? Enfréntese a sus creencias. Pregúntele “¿Por qué?” varias veces y a la cuarta o quinta le mandará a paseo. Pídale que le muestre un estudio bien controlado que sostenga esa idea y el paseo será más largo. Pero evite que le cuente que “a él le paso”, que “conoce a un fulano que…” o que “su familia tal”. Caerá usted en la trampa y dará por válido algo que, como mucho, no  deja ser una experiencia personal y posiblemente única. Además, nuestras creencias nos determinan a la hora de seleccionar la información que buscamos. Nos quedamos con aquello que confirma nuestra hipótesis. Y confirmar una  idea 100 veces no la convierte en verdadera, con sólo encontrar un dato que la false.  

            El segundo fallo, vinculado con el primero, es la ilusión de causa. Encontramos patrones donde sólo hay azar. Inferimos relaciones causa – efecto por el mero hecho de ocurrir dos eventos juntos. Y lo que es pero, inferimos causalidad a partir de narraciones humanas, de anécdotas.

            Hemos querido volver sobre estos errores mentales porque constatamos que se están utilizando, día a día, por la prensa de este país y por grupos de presión de uno u otro bando, en relación a los atentados del 11 de Marzo de 2004 en Madrid. El Colegio de Psicólogos de Madrid ya emitió la siguiente comunicación:

“El Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid quiere informar a la opinión pública en general y a los medios de comunicación en particular, que la emisión de imágenes a través de cualquier medio puede provocar situaciones de crisis entre las víctimas relacionadas con el atentado del 11 de marzo en Madrid. Por ello, quiere solicitar encarecidamente a los medios de comunicación españoles su colaboración para que no emitan este tipo de imágenes”

                                                                                              Madrid, 8 de julio de 2005


            Y cada año, en el aniversario de este deleznable atentado, nos encontramos con la misma cantinela, amparándose en “la defensa de la verdad”, como si demostrar que unos u otros llevan razón, va a mitigar el dolor por la pérdida de un ser querido, o nos va a llevar a recuperar el oído que perdimos por el ruido de la explosión. Pedimos, por tanto, que usen su cabeza para variar y tengan en cuenta el interés de las personas que lo sufrieron y no los intereses propios o del periodista o político de turno, que se dedican a explotar la irracionalidad humana.

            Para que no ocurra nunca más.