Una situación de crisis como la
actual tiene sus efectos en el comportamiento de cada uno. Además, el ser
humano, como hemos defendido en otras ocasiones, es omnívoro y es “informavoro”, comemos de todo, incluida
la información.
Las noticias diarias se centran en
los sucesos negativos de la crisis: estafas, desahucios, despidos y previsiones
económicas que oscurecen el próximo 2013. Lo que estas noticias olvidan, es el
drama de cada persona que las sufre. Una familia en paro, sin subsidio, que
debe mantener una casa y tiene que dar de comer a los hijos, que cuando son
pequeños, no entienden si papá o mamá no obtienen recursos. Pero sí comprenden
si tienen hambre o si sus padres están sufriendo.
El problema de las noticias es que
generan “ilusión de foco”, que consiste
en centrar nuestro pensamiento en la situación que nos rodea, en nuestro futuro
o en el trabajo, en lugar de en el momento presente en el que estamos. Es
normal ver hoy a una persona paseando mientras mira el teléfono móvil. O
nuestra conversación gira alrededor de lo mal que está la cosa. Para empeorar
la situación, nuestra mente nos juega una mala pasada más: predecimos nuestro
futuro en base a nuestro estado emocional actual, con lo que si es gris,
ennegrecemos la semana que viene.
Otra ilusión mental que sufrimos es
que sobrevaloramos nuestros conocimientos. Es fácil hablar de primas de riesgo,
de déficit del Estado, de inflación o de PIB, deuda pública o quiénes son los
culpables de la crisis. Sin embargo, si somos sinceros con nosotros mismos,
¿cuántos sabemos cómo funcionan? y, ¿cuál es el mecanismo por el que llega a
afectarnos? La mayoría no. Sólo nos distrae de lo que realmente importa: nuestra
vida en el momento actual.
Algunos psicólogos cognitivos han
definido la tontería como la conducta regida por la ilusión de sobrevalorar
nuestros conocimientos y nuestras
habilidades, sumándole la ilusión de impunidad, es decir, la de “no nos
va pasar nada”. Es lo que pensó Bill Clinton cuando negó su affaire extramatrimonial,
o cuando un conductor va por la autovía a 160 Km/hora.
¿Qué podemos hacer para no caer en
las ilusiones? Proponemos tres alternativas:
- Vivir el momento presente.
Decía Ortega y Gasset: “yo soy yo y mis circunstancias”. No es cierto. Tú eres
tú. Y las circunstancias son eso, algo meramente temporal, que nos rodea.
Nuestra atención ha de ponerse en uno mismo. Lo repetimos mucho: dónde ponemos
nuestra atención, determina nuestra calidad de vida.
-
Elevar nuestros estándares.
Tenemos que tener claro qué aceptamos y que no. Necesitamos tener claro qué
queremos en nuestra vida, comprometernos con lograr las metas que nos
proponemos. Los objetivos empiezan con un sueño. Soñar qué vamos a ser, qué
vamos a lograr…
-
Responsabilizarnos de nuestro
crecimiento personal y profesional. No podemos quedarnos
quietos. Aprender cada día, ser conscientes de nosotros mismos, aumentar nuestras fortalezas y reducir
nuestros puntos débiles… Querernos a nosotros mismos sin olvidar la compasión y
el amor por los demás y nuestras familias.
La vida es para vivirla. Y es muy
simple cuando no nos rodeamos de ruido de fuera, en forma de malos augurios o
de dentro, con pensamientos dando saltos de un asunto a otro.