jueves, 8 de noviembre de 2012

EMPEZAR A SER NOSOTROS MISMOS


“Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos”.
Buda.

            La práctica clínica nos permite analizar la realidad en la que vivimos desde el punto de vista de diferentes personas. Lo mismo sucede con el Coaching. El maravilloso ejercicio de nuestra profesión nos permite asomarnos a cada ser humano, a sus miedos y necesidades, a sus anhelos y deseos, a las frustraciones y, también, a las alegrías.

         Gracias a nuestro trabajo, hemos logrado encontrar algunos patrones de infelicidad. Pequeñas cosas a las que no hacemos caso, a esas que no se le dan importancia pero que erosionan incluso al granito más compacto. Vamos con ellas.

             A las personas les cuesta pensar a largo plazo. Nos quedamos con lo que nos agrada en  el momento en que estamos. Se nos olvidan las consecuencias aversivas diferidas. El ejemplo clásico es fumar. Nos relaja, nos gusta… pero las consecuencias en cinco o diez años pueden no tener solución. Lo mismo pasa con comer dulces en exceso, relajarnos en un centro comercial…

            Las personas cometen errores mentales constantemente. Y esos errores son predecibles.  No somos capaces de ver u oír aquello que no esperamos, nos creemos antes las historias y leyendas que los datos, sobrevaloramos nuestras habilidades y conocimientos, la probabilidad es un invento contrario a nuestra forma de percibir la vida y no realizamos experimentos sobre nuestra experiencia diaria.

            No estamos acostumbrados a pensar en términos de coste/beneficio ni nos planteamos objetivos de manera eficaz. El cerebro es una máquina imperfecta, hecha para sobrevivir, no para planificar. Tenemos que realizar el esfuerzo de marcarnos objetivos y esforzarnos por lograrlos. No  actuar así es pulular por la vida y estar a disposición de las limitaciones de nuestra mente, como los efectos de memoria imperfecta – nos acordamos de lo primero y último que nos dicen -,  se generan anclajes (es decir, nuestra respuesta a algo depende de la información anterior), y no somos capaces de ver que, una simple pregunta, lleva implícita la respuesta deseada por el  otro interlocutor. A eso se le llama que otras personas o cosas controlen nuestra vida, porque perdemos la guía, la perspectiva.   

              No nos gustan las críticas. Nos fastidia profundamente que  nos digan qué hemos hecho mal, que no gusta de nosotros. No las vivimos como oportunidades de aprendizaje.

            No trabajamos en nosotros mismos.  Nos cuesta realizar las tareas que un Coach o un psicólogo nos pide semana a semana. Y pensamos que vamos a mejorar sin trabajar o sin esfuerzo. Se nos olvida la “práctica esforzada”, que es dedicar horas y horas con la mente y la voluntad puesta en una meta deseable.

             Las nuevas tecnologías no ayudan a la comunicación. Es una creencia. Los datos demuestran que dificultan la comunicación dado que imponen formas de hacerlo.  Matan a las empresas (los empleados manejan  chats de conversación, búsquedas en Internet o usos de redes sociales)  y matan al amor (una encuesta reciente dice que hasta el 76% de las personas han preferido ver la tele o un partido de fútbol a hacer el amor con sus parejas).  

              No estamos presentes.  Es lo que  más daño nos hace. Preferimos el teléfono, planear en cómo pasar la tarde, acordarnos de las doscientas mil tareas pendientes que disfrutar, de respirar, de comer, del agua de la ducha o de un más que merecido descanso.

           En definitiva, cada día se hace más necesario la guía y el apoyo de un profesional. Ser uno mismo es una necesidad acuciante si queremos avanzar y dejar de lado los sentimientos de abatimiento, no ser capaces de superar la situación o incluso dejarse llevar. Es una lástima que los problemas que Fromm describía en “El miedo a la libertad” y en “Psicoanálisis de la sociedad contemporánea”, escritos en la década de los 40 el primero y el segundo de los 70, sigan hoy más vivos que nunca.

              Prossem siempre estará del lado de las personas, dándoles la mano en el camino, facilitando procesos de autodescubrimiento. Pero no nos corresponde a nosotros dar el primer paso…

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