jueves, 28 de febrero de 2013

EL ESCONDITE DE LOS ERRORES.


        Siempre nos gusta compartir el conocimiento que adquirimos con los demás. La vocación de Prossem no es otra que dotar a las personas de recursos mentales y emocionales que nos permitan alcanzar mayores cimas de calidad de vida. Y creemos que lo podemos lograr mediante talleres, procesos de Coaching y en algunos casos, a través de tratamientos psicológicos.

        Otro medio que tenemos son las redes sociales y este blog. Y en estas líneas ya hemos hablado de las ilusiones cognitivas y hoy, una vez más, vamos a tratar de ellas. ¿Por qué esta importancia?

        Varias son las razones que nos llevan a insistir en dar a conocer qué son y cómo funcionan las ilusiones cognitivas. La primera de ellas es que son la madre de muchas creencias disfuncionales sobre el mundo, y nos llevan a interpretar de forma errónea emociones propias y ajenas, así como influir en nuestro comportamiento. La segunda es que nos llevan a tomar decisiones que pueden ser equivocadas. La tercera, es que impiden las funciones de “ordinazing” (hacer de algo un evento ordinario, común, diario), dar sentido y crear nuevas narrativas eficaces, funciones propias de la psicoterapia, y por último, dificultan el autoconocimiento. Conocer las ilusiones cognitivas permite diseñar programas de comportamiento eficaces que se pueden aplicar, entre otros, a la toma de decisiones en medicina, a la lucha contra la corrupción o el fraude, a la mejora de la asignación de recursos económicos y en el tratamiento cognitivo de muchos trastornos mentales.

        Las ilusiones cognitivas son generales, se encuentran en todos los seres humanos. Son sistemáticas, es decir, se pueden reproducir casi exactamente en muchas situaciones similares. Una de sus características más importantes es que son orientadas, producen sus efectos siempre en una misma dirección, no se trata de opiniones. Son específicas, se dan en ciertos problemas con unas características concretas, no siempre. Son independientes de la inteligencia y la cultura de las personas, externamente modulables (es la habilidad de una persona la que nos hace caer en ellas), son subjetivamente incorregibles (aunque avises a la persona de la situación, no es suficiente para que desaparezca la tendencia a cometer errores) y son no transferibles, lo que significa que aunque las conozcamos, si nos presentan una situación superficialmente distinta a las que las provocan, no solemos resolverlos correctamente.

        Las ilusiones son producto de nuestra evolución, de cómo el cerebro ha resuelto los problemas de la supervivencia y la reproducción a lo largo de miles de años de evolución, por lo que están incluidas en nuestro código genético. Los errores que provocan no son los propios de la falta de preparación, de la distracción o desequilibrios emocionales.

        Conocerlas nos previene de ser personas convencidas pero equivocadas. Y aprender se aprende haciendo. Las ilusiones más frecuentes son el exceso de confianza, pensamiento mágico o correlaciones ilusorias, las opiniones a posteriori o efecto “yo ya lo sabía”, el anclaje, la fácil representabilidad, la incapacidad de calcular probabilidades y la manipulabilidad de las creencias a través de guiones.

         Hoy en día, tenemos la capacidad de acceder a mucha información gracias a internet. La mayoría de los periódicos tienen edición digital. Y un buen ejercicio es observar cómo usan nuestros periodistas, políticos o empresarios las ilusiones para crear opinión a favor de unos o de otros, o como ellos mismos caen en los errores que predicen. Les proponemos que lo hagan, que relean los post en los que las hemos comentado y busquen situaciones en su vida en las que quienes las sufren somos nosotros mismos.

        Conocernos, ver cómo somos realmente, nos ayudará a crear historias de nuestras propias vidas que sean eficaces, que doten de sentido a lo que hacemos, que nos permitan alcanzar los objetivos, tanto conscientes como inconscientes, satisfacer nuestras necesidades reales, y por tanto, crear personas plenas, conscientes, en una sociedad deseada por todos.

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