jueves, 3 de enero de 2013

PROPÓSITOS...MÁS PROPÓSITO


“Somos lo que somos porque primero
lo hemos imaginado”.
Donald Curtis.

             Este año vamos a combinar en el blog entradas en las que seguiremos explorando la realidad desde la Psicología y  el Coaching, con otras en las que propondremos ejercicios para practicar. Y como el tópico cada principio de año son los buenos propósitos, pues vamos con ellos.

         Casi todo el mundo tenemos sueños. Y de esos sueños derivamos objetivos, proyectos, planes… Sin embargo, algunas personas no tienen claro qué es lo que desean, y te dicen “sé lo que no quiero, pero no sé lo que quiero”. Comenzar por saber lo que uno no quiere es un poco extraño. Y más si tenemos en cuenta que a nuestro cerebro le cuesta trabajo procesar el “no”. Lo que no queremos no nos motiva, nos lleva a tomar acciones para lograr nada, tan sólo nos hace que lo evitemos o que huyamos. Por lo tanto, si queremos cambiar nuestras vidas a mejor, tenemos que empezar por saber qué deseamos, cuál es el producto final.

            Una vez que ya tengamos nuestro sueño definido, hay que tomar decisiones. En palabras de Tony Robbins: “No sólo tiene que decidir con qué resultados quiere comprometerse, sino también la clase de persona que se compromete a ser. Tiene que plantearse criterios para lo que considere un comportamiento aceptable para sí mismo y decidir qué debe esperar de aquellas personas que le importan”. Son tres las cosas sobre las que hay decidir: sobre qué prestamos atención (lo que ocupa nuestra mente determina nuestra calidad de vida y – nuestras conversaciones -), cómo interpretar las cosas y qué hacer para lograr la vida que deseamos.

         Podríamos decir que ya sabemos que tenemos que tomar decisiones, que el compromiso es fundamental, pero ¿y si seguimos sin saber dónde ir?

            Para empezar a crear un resultado, primero nos vamos a fijar en qué nos genera dolor, sufrimiento, y, también, en qué nos genera placer. Vamos con un ejercicio: escribe tres propósitos de año nuevo, de esos que nos  repetimos cada año y que ninguno hacemos. Después, escribimos debajo de cada uno de ellos la respuesta a la pregunta ¿por qué no lo he hecho? El tercer paso es anotar qué placer obtenemos no realizando esa acción que nos proponíamos. O, desde otro punto de vista, qué dolor estamos evitando. En cuarto lugar, nos responderemos a la pregunta ¿qué sucedería si no…? Y por último, imagina con todo lujo de detalle que sucederá cuando logres esa meta que te habías planteado.

            Un ejemplo. Dejar de fumar, que es una buena intención cada uno de enero. ¿Por qué no he dejado de fumar? ¿Qué placer me genera? Seguro que la respuesta es “me desestresa, me relaja…” y qué dolor evita, que probablemente sea “el mono” “la ansiedad”. ¿Qué sucedería si no dejo de fumar? Desarrollaré enfermedades cardiovasculares, problemas respiratorios, incluso un cáncer. Y si lo dejo, sin embargo, estaré sano, respiraré con más profundidad…

            Si queremos saber qué queremos, debemos fijarnos, por un lado, en aquello que nos gusta, que nos agrada, y por el otro, en lo que nos genera aversión. Como ya hemos dicho muchas veces, autoconocernos requiere esfuerzo y un poquito de observación. Podemos tomar nota de aquellas cosas con las que disfrutamos (bailar, salir con los amigos, charlar, leer, estudiar…) de aquellas cosas que nos gustan (un modelo de coche, una casa, ropa de una marca concreta…).

            Las emociones nos influyen, no somos tan racionales. Si queremos lograr metas, empecemos por comprender hacía qué nos acercamos y de qué nos alejamos. Y después, podremos crear sueños que nos motiven y nos den la energía mental suficiente para, cada día, dar un pasito en la mejora de nuestras vidas.

            Este año, uno de nuestros propósitos, es dejarles pequeñas píldoras para el cambio como las de hoy. Esperamos que les ayuden a alcanzar el cielo, las estrellas o aquello que sea su objetivo.

             ¡Feliz 2013!

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