jueves, 17 de enero de 2013

FLUIR


“Corro y persigo ardillas, luego existo”.
El perro de Martin Seligman.

            Hace 37 años, Martin Seligman publico su trabajo “Indefensión aprendida” y su relación con la depresión. Uno de los experimentos que Seligman realizaba, resumido, consistía en introducir animales en una caja de Skinner – un aparato que permite dispensar premios en forma de comida o castigos en forma de descarga eléctrica – en los que se castigaba a los animales de forma no contingente, de manera que el animal, hiciese o lo que hiciese, nunca podía predecir cuando se le iba a castigar. El no ser capaces de predecir los resultados de su comportamiento y escapar del castigo, provocaba déficits emocionales, cognitivos y motores. Y se aplicó este conocimiento a la forma de ver el mundo que tienen las personas con depresión, dado que los síntomas de la depresión son los mismos que genera la indefensión: emocionalmente, la depresión es tristeza, falta de interés o capacidad de disfrutar actividades placenteras; cognitivamente, sentimientos de inutilidad, indecisión y dificultad para pensar y concentrarse; a nivel motor, enlentecimiento en general, fatiga o pérdida de energía. Algunos pierden incluso peso.

             Desde 1990 Seligman trabaja lo que conocemos como Psicología Positiva. Algunas personas, incluso profesionales de la psicoterapia, la confunden con el pensamiento positivo, con los mensajes de ánimo voluntaristas. Parece necesario ser felices, estar bien, mejorar constantemente, lograr objetivos constantemente, vivir una vida excepcional, con una familia perfecta, ser supermujeres o superhombres… Pero el pensamiento positivo tiene el peligro de generar más malestar, más estrés, porque no todos logramos sonreír cada día, amar cada hora, no enfadarse y alcanzar cada meta.

        Los fundamentos de la Psicología positiva son los mismos que los de la psicopatología. Se trata de encontrar aquellos patrones, criterios, procesos que nos ayudan a llevar una vida más plena, que nos acercan a la felicidad. Igual que existe una serie de criterios para diagnosticar la depresión, debemos encontrar los que diagnostican la felicidad.  Y la ciencia nos ha regalado una serie de conocimientos que nos pueden ayudar a aumentar nuestra calidad de vida.

           Hoy en día sabemos que el dinero no es tan importante. En Estados Unidos estudian casi todo. Una de las cosas que han registrado son los niveles de felicidad de la población desde los años 60. Y éstos no han variado. Sin embargo, los índices económicos han crecido. En la crisis en la que vivimos desde 2007, es cierto que los niveles de satisfacción han bajado. Y he ahí el quid de la cuestión. Han crecido los índices de trastornos como a depresión y la ansiedad. Antes de la crisis, teníamos atajos para lograr placer, podíamos comprar drogas, sexo, comida, bebida. Y hemos descuidado el desarrollo personal y el sentido de la vida. Cuando nos ha faltado dinero, nos hemos quedado sin recursos para alcanzar metas y disfrutarlas. La vida ha sido demasiado fácil y ahora es demasiado difícil. Y se ha puesto el foco en las personas, no en los grupos, dejando de lado la familia, los amigos. En consulta, una de las preguntas que hacemos en la primera entrevista es si la persona cuenta con un grupo de amigos más o menos estable con los que planificar salidas. Y la respuesta, la mayoría de las veces, es que no.

            Pero Seligman sale a nuestro rescate y nos da una pequeña receta para vivir algo mejor. Él habla de tres niveles de vida. El primero de ellos es la vida placentera. Se trata de llenar la vida con conductas placenteras y aprender a disfrutarlos, saborearlos, recordarlos. Una técnica que nos puede ayudar a ello es la práctica de la meditación, el estar aquí y ahora nos permite sacar toda la enjundia a una buena comida o a una simple pasa.

            El segundo nivel es la buena vida. La buena vida no son Ferraris y casas de lujo. No. La buena vida es Fluir. Es conocer las propias capacidades y talentos y ponerlos en práctica cada vez que uno puede. Es organizar la vida entorno a las capacidades con tareas que sean retadoras. Si has vivido la sensación de hacer algo, estar completamente concentrado, sin conciencia del tiempo, y cuando acabas, estás agotado pero tremendamente satisfecho, entonces has fluido. Y el nivel de satisfacción propia depende del número de veces que somos capaces de fluir. Es por ello que si te gusta el teatro, incrementa tus capacidades interpretativas, busca todas las oportunidades de actuar y actuar, de mejorar, de práctica esforzada… y fluirás encima de un escenario. Es lo que piensa el perro de este gran psicólogo.

             El tercer nivel es dotar de sentido a la vida. Poner tus virtudes y talentos al servicio de algo que creas que es más grande que tú. Puede ser tu país, tu familia, una iglesia… pero busca el sentido de la vida y la encontrarás cualquier manera para satisfacerlo.

            Actividades placenteras vividas con atención plena, Fluir realizando tareas retadoras al nivel de nuestras capacidades y dotar de sentido a nuestra vida. Un programa para la calidad de vida alcanzable por todos y cada uno de nosotros. Y lo mejor, a diferencia de lo que nos produce infelicidad, es que depende de nosotros mismos.

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