“Corro y persigo ardillas, luego existo”.
El perro de Martin
Seligman.
Hace 37 años, Martin Seligman
publico su trabajo “Indefensión
aprendida” y su relación con la depresión. Uno de los experimentos que
Seligman realizaba, resumido, consistía en introducir animales en una caja de
Skinner – un aparato que permite dispensar premios en forma de comida o
castigos en forma de descarga eléctrica – en los que se castigaba a los
animales de forma no contingente, de manera que el animal, hiciese o lo que hiciese,
nunca podía predecir cuando se le iba a castigar. El no ser capaces de predecir
los resultados de su comportamiento y escapar del castigo, provocaba déficits
emocionales, cognitivos y motores. Y se aplicó este conocimiento a la forma de
ver el mundo que tienen las personas con depresión, dado que los síntomas de la
depresión son los mismos que genera la indefensión: emocionalmente, la
depresión es tristeza, falta de interés o capacidad de disfrutar actividades
placenteras; cognitivamente, sentimientos de inutilidad, indecisión y
dificultad para pensar y concentrarse; a nivel motor, enlentecimiento en
general, fatiga o pérdida de energía. Algunos pierden incluso peso.
Desde 1990 Seligman trabaja lo
que conocemos como Psicología Positiva. Algunas personas, incluso profesionales
de la psicoterapia, la confunden con el pensamiento positivo, con los mensajes
de ánimo voluntaristas. Parece necesario ser felices, estar bien, mejorar
constantemente, lograr objetivos constantemente, vivir una vida excepcional,
con una familia perfecta, ser supermujeres o superhombres… Pero el pensamiento
positivo tiene el peligro de generar más malestar, más estrés, porque no todos
logramos sonreír cada día, amar cada hora, no enfadarse y alcanzar cada meta.
Los fundamentos de la Psicología positiva son
los mismos que los de la psicopatología. Se trata de encontrar aquellos
patrones, criterios, procesos que nos ayudan a llevar una vida más plena, que
nos acercan a la felicidad. Igual que existe una serie de criterios para diagnosticar
la depresión, debemos encontrar los que diagnostican la felicidad. Y la ciencia nos ha regalado una serie de
conocimientos que nos pueden ayudar a aumentar nuestra calidad de vida.
Hoy en día sabemos que el dinero
no es tan importante. En Estados Unidos estudian casi todo. Una de las cosas
que han registrado son los niveles de felicidad de la población desde los años
60. Y éstos no han variado. Sin embargo, los índices económicos han crecido. En
la crisis en la que vivimos desde 2007, es cierto que los niveles de
satisfacción han bajado. Y he ahí el quid de la cuestión. Han crecido los
índices de trastornos como a depresión y la ansiedad. Antes de la crisis,
teníamos atajos para lograr placer, podíamos comprar drogas, sexo, comida,
bebida. Y hemos descuidado el desarrollo personal y el sentido de la vida.
Cuando nos ha faltado dinero, nos hemos quedado sin recursos para alcanzar
metas y disfrutarlas. La vida ha sido demasiado fácil y ahora es demasiado
difícil. Y se ha puesto el foco en las personas, no en los grupos, dejando de
lado la familia, los amigos. En consulta, una de las preguntas que hacemos en
la primera entrevista es si la persona cuenta con un grupo de amigos más o
menos estable con los que planificar salidas. Y la respuesta, la mayoría de las
veces, es que no.
Pero Seligman sale a nuestro
rescate y nos da una pequeña receta para vivir algo mejor. Él habla de tres
niveles de vida. El primero de ellos es la vida placentera. Se trata de llenar
la vida con conductas placenteras y aprender a disfrutarlos, saborearlos,
recordarlos. Una técnica que nos puede ayudar a ello es la práctica de la
meditación, el estar aquí y ahora nos permite sacar toda la enjundia a una
buena comida o a una simple pasa.
El segundo nivel es la buena
vida. La buena vida no son Ferraris y casas de lujo. No. La buena vida es
Fluir. Es conocer las propias capacidades y talentos y ponerlos en práctica
cada vez que uno puede. Es organizar la vida entorno a las capacidades con
tareas que sean retadoras. Si has vivido la sensación de hacer algo, estar
completamente concentrado, sin conciencia del tiempo, y cuando acabas, estás
agotado pero tremendamente satisfecho, entonces has fluido. Y el nivel de
satisfacción propia depende del número de veces que somos capaces de fluir. Es
por ello que si te gusta el teatro, incrementa tus capacidades interpretativas,
busca todas las oportunidades de actuar y actuar, de mejorar, de práctica
esforzada… y fluirás encima de un escenario. Es lo que piensa el perro de este
gran psicólogo.
El tercer nivel es dotar de
sentido a la vida. Poner tus virtudes y talentos al servicio de algo que creas
que es más grande que tú. Puede ser tu país, tu familia, una iglesia… pero
busca el sentido de la vida y la encontrarás cualquier manera para satisfacerlo.
Actividades placenteras vividas
con atención plena, Fluir realizando tareas retadoras al nivel de nuestras
capacidades y dotar de sentido a nuestra vida. Un programa para la calidad de
vida alcanzable por todos y cada uno de nosotros. Y lo mejor, a diferencia de lo que nos produce infelicidad, es que depende de nosotros mismos.
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