martes, 28 de febrero de 2012

OTRA VUELTA DE TUERCA

La búsqueda de la excelencia no está en la lectura de libros de Tom Peters o de Peter Drucker. No. De hecho, estos dos autores lo único que hacen es constatar ciertas prácticas en empresas exitosas, pero no han realizado ningún experimento que les permita afirmar que una práctica A logra unos resultados X. Simplemente caen en una ilusión cognitiva, llamada Ilusión de Causa, en la que la mente humana atribuye causalidad a dos acontecimientos que ocurren simultáneamente, o uno detrás del otro, pero que en realidad no tienen relación ninguna. Ni siquiera se han parado a comprobar si existe correlación estadística.

El gran problema de la literatura empresarial es el mismo que el de la literatura de autoayuda. Relatan una serie de acontecimientos que supuestamente han llevado al éxito a una serie de personas. Y en ningún momento se han parado a estudiar si esto es así o solo una ilusión mental más. Convencidos, pero equivocados.

En Prossem hasta ahora hemos hablado de formación, porque estamos convencidos que el cambio en la sociedad, en el grupo, empieza por el cambio individual. Pero también sabemos que no es suficiente. Que se tiene que cambiar al grupo, su estructura, sus miembros o lo que haga falta. Si las empresas de este bendito país no empiezan a ser racionales, sean del tamaño que sean, no generarán los beneficios necesarios para financiar su crecimiento, necesitarán de las entidades financieras para expandirse y volvemos a más de lo mismo. Luego, los malos son los bancos, y no nuestra cultura, pobrecitos nosotros, que no respetan al individuo, al grupo, y que depende de una línea de descuento o de una cuenta de crédito.  Le damos el poder a entidades que son ineficaces por su estructura de personal – los bancos en esta crisis han mantenido su estructura de jefes de zona con uno o dos responsables comerciales, jefes territoriales, jefes de banca minorista, jefes de banca de empresas… todos con sueldos suculentos – y cuando nos niegan la financiación, hay que colgarlos a todos, que nos han engañado o nos han dejado en la estacada. Sin embargo, queremos ser más listos que nadie, incluso que los bancos. Y el problema es que, antes o después, aparece alguien más listo que nosotros y nos la da. Con queso o sin el.

Cuando una persona invierte sus recursos en la creación de una empresa o comprando una ya existente, tiene que tener en cuenta que la rentabilidad de su inversión debe ser superior a la que le pudiera aportar un activo libre de riesgo, un plazo fijo bancario o, al menos, superar la inflación. En España, la principal partida de gastos en la cuenta de resultados de las empresas es el gasto de personal. Recientemente, un empresario dueño de una PYME del sector servicios nos decía que el personal suponía para él el ochenta por ciento de sus ingresos. Si su empresa hubiese sido una mera inversión financiera, le habríamos recomendado cerrarla e invertir en Bonos del Estado del Reino  de España. Pero no lo es. Y el trabajo es analizar científicamente la estructura de la empresa y dotarla de los cambios necesarios para que logre su meta, que es ganar dinero.

En Prossem utilizamos un modelo de contenidos, una base conceptual, un marco de referencia que identifica los tipos de información más importantes en el trabajo y los integramos dentro de un sistema teórico y empírico. Esta información, agrupadas en seis variables, nos  permite describir, medir, predecir y modificar el rendimiento de los empleados de diferentes empresas y tomar las medidas oportunas para lograr mayores índices de eficacia.  La información acerca del puesto de trabajo – su análisis y descripción – nos permite saber qué características tiene que poseer un trabajador, que formación es necesaria para los que ya son miembros de la organización o qué modificaciones son necesarias en el mismo puesto de trabajo para incrementar la productividad de éste, lo ocupe quién lo ocupe.

Por poner un ejemplo. Una franquicia de intermediación financiera tenía en sus oficinas un puesto administrativo totalmente inútil, dado que los comerciales podían realizar ese trabajo (control de horarios y citas, planning, administración y control de expedientes, archivo, recepción de llamadas…). Como era una franquicia exitosa y pionera, las franquicias posteriores imitaron su método de trabajo y copiaron el mismo puesto, sin ponerlo en tela de juicio. El problema en ese puesto no es el trabajador que lo ocupa, es el puesto en sí, que no aporta valor añadido a la empresa y sí un gasto mensual considerable. Es mucho más rentable cambiar las tareas de los puestos comerciales, dándoles un peso administrativo, formándolos en esas tareas así como en su información al superior correspondiente. Una formación que no cuesta mucho más de seis mil euros y sin embargo, mantienen un puesto que genera unos gastos superiores a los doce mil euros anuales.

Podríamos poner más ejemplos, pero no es el objetivo de este artículo. Nuestro objetivo es recalcar que existen formas diferentes de hacer las cosas, que dan resultados y que están avaladas por el trabajo de científicos, teorías y datos. Y que en un país donde el espíritu emprendedor brilla por su ausencia, aprender a hacer empresa desde la racionalidad, la eficacia y la seriedad es el único camino para no depender de los momentos de crecimiento del PIB – que aquí tuvimos dieciséis años gracias al boom del ladrillo y del dinero que venía de Europa vía fondos de cohesión – o que la única esperanza del empresariado sea abaratar el despido. No llegamos a comprender cómo despedir a una persona puede mejorar la situación de la empresa. De hecho, si esa persona no es eficaz ahora, no lo ha sido antes, por mucho que estemos en crisis ahora. Si una persona no ha añadido ni una pizca de valor a la empresa, tampoco lo hacía antes. Pero la bonanza ciega incluso a los más inteligentes. Y al primero que habría que mandar a la calle – sentimos ser tan duros – es al gestor de recursos humanos que no tuvo en cuenta los gastos que genera fichar a una persona, formarla, ponerla a trabajar para después despedirla.

La Psicología del Trabajo fue la primera rama de esta ciencia en profesionalizarse, en hacerse científica. Nació de la necesidad de lograr ejércitos eficientes, que ganaran guerras, con el menor número de bajas y el menor número de daños. Prossem pone a disposición de todas las empresas, sean del tamaño que sean, cien años de investigación, teorías, técnicas y resultados.  El objetivo: ser profesionales, fríos, serios, enfocados a metas y aportar valor añadido a la sociedad a la que pertenecemos. 

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