Ya van algunas semanas que no
hablamos de economía. Y no es porque no nos parezca importante, sino porque las
noticias que leemos siempre van a peor. Ahora, el asunto de moda es la
intervención de España, que parece más que probable. El caso es que a nosotros,
y cualquiera que haya leído este blog, no nos extraña. No hay que ser ningún
gurú o sabio para darse cuenta de la que estaba cayendo y que las soluciones
que los dos últimos gobiernos de este país no servían para nada.
Ya hemos dicho que lo importante es
lo que el ser humano hace. El comportamiento concreto de las personas es lo que
determina la economía y no las leyes, o las teorías económicas. Y lo que las
personas hacen depende de dos cosas, de las necesidades que tienen o de los incentivos
para repetir o no un comportamiento.
Un
poquito de teoría evolucionista. La mente se compone de un conjunto de módulos
que solucionan problemas concretos. Una manera de conocer las necesidades
humanas es analizando qué problemas soluciona la mente. Veamos algunos:
Tenemos que comer. Pero no comemos
cualquier cosa. Buscamos alimentos que sean ricos en glucosa, que es el
principal material que el cerebro usa de combustible. Por eso nos gusta tanto
la fruta. Tenemos que protegernos del frío y del calor, y de posibles enemigos
vitales, como otros animales carnívoros o serpientes venenosas. Y necesitamos
líquido, agua… Bien, ya tenemos las necesidades básicas: comer, beber y
protegernos del frío y del calor.
Pero la biología nos enseña más:
necesitamos compañía, estar con otras personas. Queremos emparejarnos y tener
descendencia. Y aquí empiezan los
problemas. Tenemos estructuras mentales para asuntos relacionados con la
familia, la pareja, el grupo… somos altruistas o egoístas según el momento y
las personas que nos rodeen. Tenemos el lenguaje para comunicarnos y tenemos
miles de formas de usar ese lenguaje, a través de la música, de la poesía y la
literatura. También nos comunicamos a través de la pintura, la fotografía, el
cine (que mezcla la imagen con el sonido) o las redes sociales (que no son más
que nuevas formas de uso del lenguaje). Y cubrir esas necesidades biológicas ha
hecho que aparezca el arte, la cultura, la música… Por tanto, necesidad es
aquello que permite al individuo sobrevivir y que sus genes se propaguen. Y aún
así, podemos decidir no tener descendencia. Pero ni podemos dejar de comer,
beber o pasear en camisa por La
Antártida , ni dejar de
tratar con otras personas.
Dado que podemos elegir algunas
cosas, nuestro cerebro actúa haciéndonos huir de lo doloroso y acercándonos a
aquello que nos parece placentero. Tenderemos a repetir aquellas cosas que nos
producen placer y a abandonar aquellas que nos molestan. Incluso algunas
personas son capaces de pasar por malos momentos para lograr beneficios
superiores a los que obtendría en el momento presente. Por lo tanto, los
incentivos importan. Y además las personas no somos tan racionales como nos
pensamos. No elegimos en base a evaluar esfuerzo y beneficios.
Y ¿qué tiene que ver todo esto con
la economía actual?
Lo podemos ver con el funcionamiento
de los tipos de interés. En teoría. Un ahorrador presta su dinero a otro a
cambio de recuperar ese dinero más un interés que le permita comprar mañana lo
mismo que compraría hoy con ese dinero que presta. El problema empieza cuando
se presta ese dinero a intereses superiores a los que nos permiten mantener
nuestra riqueza o cuando, por ganar más, lo prestamos con probabilidad de
pérdidas importantes.
El resto de la economía es igual de
simple. En el momento en el que las personas pueden elegir, se puede romper el
equilibrio. Las crisis son inherentes a nuestro modo de vida, a nuestra forma
de comportarnos. Y si no se buscan soluciones que modifiquen el comportamiento
de las personas, seguiremos teniendo problemas.
Hasta ahora, solo se han propuesto
remedios del lado de los incentivos. Por lo que la racionalidad de las
soluciones que intentan los gobiernos es relativa y los resultados son
conocidos. Pero debemos cambiar el lado de las necesidades para empezar a ver
éxitos. El problema es que, el lado de las necesidades, depende de nosotros, no
de los gobiernos.
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