“Cultivamos el refinamiento sin
extravagancia; la comodidad la apreciamos sin afeminamiento; la riqueza la
aplicamos en cosas útiles más que en fastuosidades y a la pobreza la atribuimos
una única desgracia real: la pobreza es desgraciada no por la ausencia de
posesiones, sino porque invita al desánimo en la lucha por salir de ella”.
Discurso Fúnebre de
Pericles.
Es curioso.
Resulta que estamos ante un aluvión de libros de filosofía, grandes autores
tanto de España como de fuera de nuestro país. José Antonio Marina, Fernando
Savater o Jesús Mosterín. También tenemos programas de televisión, revistas y coleccionables.
Nunca en la historia de la cultura ha habido tanta facilidad de acceso a la
información científica y nunca, nunca, hemos tenido tantas posibilidades de
usar el conocimiento para resolver problemas como en la actualidad.
Sin embargo,
desde la fecha oficial de inicio de la crisis económica – 15 de septiembre de
2008, presentación de quiebra de Lehman Brothers – estamos igual o peor. No
hemos sido capaces de superar la crisis. Es curioso, pero ningún político, ni
en España, ni en la Comunidad Europea ,
ni en Estados Unidos, ha aprovechado la oportunidad de medir, evaluar y
modificar sus recetas para salir de la crisis. En Europa, vivimos las
consecuencias de la rigidez fiscal en nuestras carnes: recortes en los
servicios básicos, como sanidad y educación, transporte, subida de impuestos
directos como el IRPF o indirectos como el precio del alcohol, el tabaco o los
carburantes.
Y nos preocupan
los recortes en educación. El problema de la educación no está en si hay diez o
quince alumnos más por clase. En si un profesor debe cubrir tres horas lectivas
o cinco horas lectivas más. No. Podríamos pensar que un profesor de matemáticas
no puede enseñar latín. O que un profesor de lengua no puede transmitir
conocimientos en física. Vale. Aún así, ese no es el problema. El diagnóstico
es el siguiente: se ha sacado de los planes de estudio asignaturas que
obligan a pensar, como el Latín y la Filosofía. Las
humanidades han pasado a la historia, lo que prima son las carreras tecnológicas.
Se han realizado los itinerarios pensando en subir posiciones en las
clasificaciones de PISA o de la
OCDE. Y se ha eliminado toda cultura del
esfuerzo de los centros educativos. Y el esfuerzo no sólo de los alumnos,
también de las personas implicadas en el proceso de educación: padres,
profesores, tutores… nos va eso de llegar a casa y que el niño no nos canse con
deberes. Eso sí, el niño y el adolescente tienen doscientas tareas que realizar
de un día para otro. Como si actuar por actuar, o hacer cosas sin sentido tuviese algún
resultado. En Prossem ya lo hemos dicho: salir de la crisis es responsabilidad
de todos, de cada uno, desde los que mandan hasta los que votamos.
La eliminación
de la Filosofía
de los planes de estudio, así como relegar la Historia a un segundo
plano, solo permite que algunos manipulen la historia a su favor. La no
existencia de estándares objetivos, permite que se sigan transmitiendo las desigualdades
y la falta de esfuerzo genera una cultura vacía, una sociedad poco confiable y
generadora de nuevos problemas. Lo que no es admisible, de verdad, es que uno
de los libros más vendidos sea “Como
parecer cultos”, un libro que hace resúmenes de libros de literatura
universal, y creer después de leerlo que uno sabe quien es Thomas Mann o
mantener una conversación sobre el Ulises de Joyce, pero no haber oído hablar
en la vida de José de Cadalso, Blas de Otero o del Arcipreste de Hita.
Salir de la crisis
depende de cada uno de nosotros. Las teorías de la rigidez fiscal se basan en
la creencia que los países del sur hemos sido derrochadores. Que en España
hemos gastado lo que no hemos tenido. Y eso es una falacia. Es cierto que en
España estamos endeudados, que debemos pagar nuestras deudas. Es fundamental para dedicar recursos al consumo
reducir las deudas para liberar renta disponible. Pero España, antes de la
crisis y durante buena parte de ella, tuvo superávit fiscal. Se puede decir que
los países católicos son los que peor han gestionado, pero Grecia es Ortodoxo,
y Baviera, el estado más rico de Alemania, es de mayoría católica. La
diferencia tampoco es de norte a sur. Irlanda está en el Norte y Portugal en el
Sur.
Las verdaderas
diferencias están en los ideales y valores de la educación. Mientras en algunos
países se entrenan la asertividad, la gestión de las propias emociones y un
conjunto de asignaturas bajo unos estándares para aprobar, en otros hemos
preferido dedicarnos a pintar, poner ladrillos o ser fontaneros porque se
cobraban tres mil euros al mes y un pobre licenciado cobraba 1200 euros. No
había color. Sin embargo, la crisis se ha cebado con las personas que no tienen
estudios, con las profesiones, porque se ha llegado a un punto en el que la
oferta de profesionales superaba a la demanda. No es problema de las
profesiones, sino de las elecciones personales de cada uno.
Volver a los
valores clásicos de enfocar la educación como el esfuerzo consciente de la
voluntad y el conocimiento para el logro de fines, es el comienzo de la
solución. Lo demás, es perder el tiempo y el poco dinero que nos queda, porque
controlarán nuestras opiniones desde los medios escritos, Internet, radio y
sobre todo, televisión.
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