Ésta
es la tercera semana que dedicamos estas líneas a finanzas. Creemos que la situación lo merece. Pero hoy vamos a ser alarmantes. Hoy, vamos a proponer problemas.
Hoy vamos con un post inusual, un tanto crítico que quiere provocar la reflexión.
Esperamos que la compartan a través de las redes sociales.
Son
tres los problemas que nos acucian: la deuda privada de empresas y familias, la
deuda pública y la poca o nula formación financiera.
La
deuda privada de la familia y de las empresas, según los datos de Banco de
España, va reduciéndose poco a poco. Demasiado poco a poco. El problema aquí es
que se necesita mucho tiempo para cancelar la deuda y, en ese tiempo, la
variación de recursos disponibles para una persona es casi nula. A no ser que
se de la peor de las circunstancias, que es quedarse sin empleo, la capacidad
de generación de dinero nuevo de una persona en edad laboral no es muy grande.
Puede incrementar su salario lo que crece el IPC, pero poco más. Para desgracia
del trabajador, si el IPC sube demasiado, también lo harán los tipos de
interés. Estamos seguros que a alguien le dieron un premio Nobel por pensar que
la mejor manera de controlar los precios era subir los tipos de interés, pero
no se dio ni cuenta que subir los tipos es una manera de incrementar los
precios. En este caso, el precio del dinero, que sirve para pagar el resto de
cosas, al subir, reduce de forma notable
la renta disponible del trabajador. Por ejemplo, si un trabajador gana mil
euros y paga cuatrocientos cada mes por su hipoteca, al elevar los tipos
pasaría a pagar, pongamos, 600. Son doscientos euros menos de renta. Reduce la
demanda real. Y no conocemos ningún estudio empírico que demuestre que subir
tipos reduzca la inflación. Y sí, estudios que afirman que el ser humano,
incluso el que tiene formación financiera, no comprende el proceso
inflacionario.
Las
empresas, además de dedicar recursos a producir, tienen que cobrar sus deudas.
En España, el nivel de morosidad es demasiado elevado. No nos referimos a la
morosidad con las entidades financieras, sino de los diferentes negocios entre
sí. Estamos en un país en el que entregar un pagaré o un cheque sin fondos no
supone ningún delito. Y estamos en un país en el que las empresas hacen lo que
les da la gana. Nos hace gracia que se piense que facilitando el despido se
logrará crear más empleo. Seamos claros. Eso le beneficia a las grandes
empresas. Las que consiguen tener cien años de vida. Pero si tenemos en cuenta
que el 60 % de las Sociedades de Responsabilidad Limitada desparecen en los
cinco primeros años de su vida, dudamos que haya personas con vidas laborales
de una sola línea. Eso pasaba en décadas anteriores. Si una empresa tiene que
despedir a alguien es porque se ha equivocado en los procesos de selección y
formación del personal, y por tanto, es su responsabilidad y la tiene que
pagar. Y si a la empresa no le paga la administración es responsabilidad de
ella no haber estudiado los riesgos que tomaba al iniciar una relación
comercial con el alcalde o ministro de turno. Lo que no puede ser es que se
recorten garantías constitucionales básicas, como la educación o la sanidad, y
que se salven empresas con dinero público. Y sí, hablamos de Bankia.
De
la deuda pública en España ya hemos hablado en otros post. Pero resulta que la
sanidad en España se paga mediante aportaciones a la Seguridad Social
y Deuda pública, porque los gastos superan a los ingresos. Todavía escuchamos a
muchas personas mayores decir que ellos ya pagaron su pensión que ahora cobran.
Y no. El sistema sanitario español es inviable y la Seguridad Social
también. Se basan en sistemas de reparto
(las cuotas de los que hoy trabajan pagan los gastos de los que trabajaron
ayer) y si no hay trabajadores en activo hoy, no se pagan las pensiones. Lo
mismo ocurre con la universidad. El problema no está en que existan cincuenta
universidades públicas. El problema es que en cada una de ellas pululan
estudiantes, que necesitan dos o tres años más para acabar un programa de
estudios estandarizado. Que hay doscientos mil catedráticos que su única
aportación a la ciencia es el efecto del color de la pintura de la pared en el
comportamiento de la garrapata del perro común. Hala. Y se quedan tan
satisfechos y tan becados. Y ¿Cómo se paga? Con deuda pública. Y ni comentar el
número de políticos, sus sobresueldos, sus pluriempleos (¿Cómo no va haber
paro?), los asesores y los funcionarios que se van a desayunar con una cola
impresionante porque su derecho al desayuno prima sobre la eficiencia de la
administración.
Y
el tercer asunto es la cultura financiera. Una pregunta. Si me compro una casa
por 240.000 euros. Y lo hipoteco al 100 % (los gastos de notario, registro,
gestoría, Trasmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados los he
puesto de mi bolsillo), que amortizo a vencimiento en treinta años, ¿Cuánto me
cuesta realmente?, es decir, ¿Cuánto le devuelvo al banco? Bueno, pues la
solución es que puedes vivir 57 años y 7 meses de alquiler. ¿Qué es tirar el
dinero?
Y
sobre los productos de ahorro… para echarse a llorar. ¿Cuánta gente se ha entrampado
con las participaciones preferentes? ¿Y cuánta gente sabe lo que significa ser
accionista? ¿Cuánta gente está dispuesta a pagar a otra persona porque le
asesora en asuntos financieros? Consejos vendo que para mí no tengo, que dice
el refrán. Pero, ¿por qué tenemos que pagar los demás si una persona ha
depositado su dinero en una entidad quebrada? ¿Nunca oyó hablar de los ratings?
No. Nunca. Así nos va.
Nos
encantaría poder ofrecer tres soluciones a estos problemas. Pero en ciencia se
diferencia entre problemas resolubles (¿es eficaz la betametasona en la
psoriasis?) y problemas no resolubles (¿Es mejor educar con dureza o dejando
hacer?).
El
problema real es que son los no resolubles los que importan al corazón humano.
En boca de D. Antonio Machado, “Todo pasa
y todo queda”.
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