martes, 17 de enero de 2012

GESTIÓN DE ESTRÉS II

            Las personas hablan de aquello que tienen en la cabeza. La semana pasada vimos cómo el estrés y la ansiedad han llegado a estar en el foco de nuestra atención. Proponíamos ir al psicólogo y exponíamos las dificultades que el ejercicio de la profesión psicológica comporta.

            Otra de las soluciones es utilizar terapias alternativas o acudir a terapeutas no psicólogos. Que si gestalt, PNL, homeopatía, sinergética, flores de Bach, bioespinología, naturopatía, lectura del aura, chacras, kinesiología, reiki y no sabemos cuántas cosas más. Sin entrar a juzgar la eficacia o no de estas técnicas o si lo son por efecto placebo (en Prossem ya nos hemos pronunciado sobre ello), nos encontramos con la misma situación: precios, número de sesiones, accesibilidad… Salvo en el caso de las pastillitas homeopáticas o las hierbas de mercadillo medieval. Con ellos el problema es de salud pública y denunciable. No hay estudios científicos que demuestren su eficacia o que ésta sea igual o mayor que la de las benzodiacepinas. De cualquier manera, el mecanismo oculto, es el de la falta de esfuerzo. Preferimos una pastilla, aunque sea de polvo de alcachofa cocida con pelusa del suelo diluida en agua trescientas veces,  que aprender estrategias que funcionan aquí, ahora y en el futuro. Y justificamos nuestra conducta y nuestra creencia buscando aquello que las confirma (en Internet seguro que encontramos algún remedio de alcachofa cocida) en lugar de hacer experimentos y falsar hipótesis.

            Por último, queremos resaltar que apreciamos un aumento de estresores. La situación de crisis económica genera nuevas formas de presión sobre las personas que están trabajando. La lucha por lograr objetivos, jefes que imponen su voluntad en lugar de criterios profesionales, la proliferación de mandos intermedios que mantienen sistemas de presión en cascada, hacen que los eslabones más débiles de la cadena se rompan. La amenaza de pasar a ser uno más de los cinco millones de parados es, cada día desde el año 2008, una realidad difícil de gestionar. Y peor está quién no tiene con qué pagar sus deudas, o la luz, o el agua… y no tiene ni siquiera trabajo o ayuda del Estado. La visión de tu familia sufriendo penurias rompe al más fuerte. Un estudio ha demostrado que las familias son las que están sustentando el entramado social de España. Sin ellas, sin el apoyo, de nuevo, de padres, hermanos… las conductas violentas se incrementarían más.

            Vamos a definir el estrés y la ansiedad:

¿Qué son? :
-        Una respuesta emocional. Nuestro cerebro se activa ante la presencia de una amenaza (real o imaginaria) que nos prepara para la acción inmediata. Como respuesta emocional, es un producto de la evolución (¡Nos salvaba de ser comidos por los leones!).
-        Ante una serie de amenazas reales o imaginarias. Existen diferentes tipos de amenazas. Unas son físicas (que nos quieran golpear en la calle para robarnos, o nos apunten con una pistola o una navaja), otras son crónicas (como una enfermedad de difícil o ninguna curación), otras son sociales (como perder el trabajo o que te abandone tu pareja). La diferencia es importante, porque el sistema funciona bien para las amenazas físicas, pero funciona mal, muy mal, para el resto de amenazas.


Que provocan cambios en:
-        Nuestro Organismo: se acelera el pulso cardíaco y los niveles de tensión arterial, se desactivan las funciones relacionadas con la alimentación y se activan las de eliminación (por eso, los niños y algunas personas se orinan cuando están en una situación muy estresante), se libera a la sangre glucocorticoides y el sistema inmunológico se desactiva también.
-        Nuestro comportamiento: optamos por conductas de escape (con el estresor presente, salimos corriendo) o de evitación (hacemos lo que sea para que la amenaza no aparezca) que, como enseña el Conductismo, suelen llevar aparejadas consecuencias aversivas diferidas.
-        Nuestro pensamiento: nos quedamos con la información negativa que confirma nuestras creencias, repetimos constantemente ideas negativas o incluso caemos en compulsiones. Pudiendo llegar a iniciar procesos de depresión.

Y tiene consecuencias en:
-        Nuestro organismo: puede ser causa de infarto, úlcera, dolores de cabeza… a nivel cerebral, se sabe que el exceso de estrés, medido por la cantidad de glucocorticoides en sangre, reduce el tamaño del hipocampo y daña los procesos de memoria.
-        Nuestro rendimiento: afecta a la concentración y a las capacidades ejecutivas, como la memoria o la planificación. Reduce la calidad del sueño.
-        Nuestra vida de pareja: reduce el deseo sexual y “sensibiliza”, es decir, reaccionamos de forma más agresiva.
-        Nuestra vida social: nos vamos quedando solos. Afecta a la búsqueda de relaciones con los demás.

            En lenguaje “de calle” funciona así: nuestra empresa inicia un ERE, y dicen que van  a despedir a mil personas. Como llevamos poco tiempo en la empresa, creemos que somos muy baratos de despedir y, por tanto, nos va a tocar. Empezamos a darle vueltas a la cabeza y no dormimos esa noche. Nos ponemos o de mal humor o un poco tristes y no hacemos ni caso a nuestra pareja. No nos acostamos con él/ella porque, en una situación así, eso de hacer el amor, es una frivolidad de adolescentes y no un acto para compartir, y porque no nos apetece. Los niños te cabrean más, pero piensas que “pobrecitos ellos, verás como me quede en el paro”. Cuando llevas así un mes, y no te han despedido, empiezas a vomitar, o te duele el pecho, tu mujer/marido no te aguanta, los niños te temen y has perdido quince kilos. Puede sonar a broma (hemos intentado que así sea), pero no lo es. Sucede exactamente así. Y podríamos ir más allá de lo que les hemos contado. 

            En Prossem hemos creado un curso de formación que trata de ayudar a las personas a reconocer los síntomas de la ansiedad y el estrés  y  a poner en marcha soluciones que las alejen del círculo vicioso. En nuestra página web, http://www.prossem.es/, pueden encontrar el temario y la información relativa al mismo.

            Todas las técnicas que se tratan en el curso tienen dos características. Una de ellas es que son de demostrada eficacia. Se basan en estudios bien formulados para comprobar su capacidad. La segunda característica es que todas ellas están centradas en lo que la persona realmente puede controlar.

            El curso es eminentemente práctico y requiere de la participación activa, dado que el modelo de aprendizaje es el “aprender haciendo” o “práctica deliberada”.

            El objetivo final es sacar la ansiedad de nuestro foco de atención y de dotar a los asistentes de estrategias de optimización de recursos que nos lleven a, en palabras de Daniel Gilbert, “tropezarnos con la felicidad”.

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