Esta semana cambiamos de tercio.
Dejamos a un lado el autoconocimiento para adentrarnos en otro de los factores
más llamativos del comportamiento humano: la irracionalidad. Somos
irracionales, tomamos decisiones sin pensar. Lo curioso de la irracionalidad
humana, es que es predecible. Podemos saber cuándo el cerebro nos va a jugar
una mala pasada.
Posiblemente uno de los mejores
ejemplos de irracionalidad son las ilusiones visuales. Una de ellas es la
ilusión de la torre inclinada. Al presentarse dos fotografías, una al lado de la
otra, como por ejemplo, la torre de pisa. Y se pregunta cuál de las dos está
más inclinada. La respuesta más común es la de la derecha. Pero si cambiamos
las fotografías de posición, es decir, la de la izquierda pasa a la derecha y
la de la derecha pasa a la izquierda, ¿Qué torre estará más inclinada? De nuevo
será la que está nuestra derecha. ¿Cómo es eso? Pues es una mala pasada de
nuestro sistema visual. Cuando vemos dos torres juntas, como dos rascacielos,
los vemos en perspectiva, es decir, ambos suben hacia el cielo en paralelo,
pero si fueran más altos, se tocarían. Hagan la prueba. Pónganse debajo de dos
rascacielos que estén juntos y miren hacia arriba. Verán como convergen sus
puntas, como si se fuesen a tocar, o como si fuesen dos vías de tren (que
parece que se juntan en el infinito aunque sabemos que nunca es así). Sin
embargo, en la ilusión de la torre inclinada, nuestro cerebro interpreta que se
ambas torres pertenecen a la misma escena y que se están separando. Por ello,
siempre, siempre, la de la derecha se verá más inclinada.
Lo que nos enseña esta ilusión
visual o cualquier otra, son dos cosas. La primera, es que todo el mundo se
equivoca en las ilusiones. Todo el mundo cae en ellas. Y la segunda, es que,
aunque sepas el resultado de la ilusión, ésta sigue ocurriendo. La torre se
sigue separando, el puente de St. Louis nos parece más alto que ancho auque
sepamos que miden lo mismo y siempre veremos a la vieja y a la joven o la copa
y las dos caras frente a frente. Y eso ocurre porque nuestro cerebro usa
información de nuestro entorno más cercano para dar sentido a lo que captan
nuestros sentidos. Vemos con nuestros cerebros, incorporamos nuestras
expectativas… Las ilusiones visuales son una metáfora del pensamiento humano.
La irracionalidad se manifiesta
en muchas de nuestras decisiones. Algunas importantes, como la donación de
órganos y otras más banales, como pagar una compra con tarjeta de crédito o con
efectivo. Se manifiesta en mantener una idea hasta consecuencias no predecibles
por pura “cabezonería”, tozudez u
obstinación, en lugar de evaluar y comprobar nuestras afirmaciones. De hecho,
uno de los axiomas de los estudiosos de la irracionalidad es, que si piensas
que tu intuición es la correcta, mídela, ponla a prueba, que seguro que no es
así. A veces, la ciencia nos demuestra que lo que pensamos no es cierto, no es
exacto, y cuando eso sucede, avanzamos hacia un mundo mejor.
A lo largo de las siguientes
semanas vamos a desgranar la irracionalidad. Además de hablar de toma de
decisiones, discutiremos algunas irracionalidades respecto al dinero, sobre
cómo nuestra mente trata con él. Intentaremos analizar un poco la deshonestidad
(aunque ya la hemos tratado en este blog cuando hemos hablado del autoengaño,
de Alfred. Mele y de R. Trivers). Bucearemos en el mar de la motivación y del
trabajo, de cómo se relacionan. Veremos asuntos relacionados con el autocontrol
y terminaremos mirando con atención nuestras emociones, cómo funcionan y cómo
“nos nublan” el juicio.
Como en las semanas anteriores,
dedicadas a “Conócete a Tí Mismo”,
pretendemos dar algunas pinceladas, tomadas de diferentes fuentes. Beberemos de
la Filosofía
y, sobre todo, de la Psicología. Y
no pretendemos agotar cada tema en estas breves líneas semanales. Nos
contentamos si logramos inducir el “gusanillo”
por entender la mente, por comprender al ser humano.
Comprender la irracionalidad
propia es crecer en autoconocimiento. Y conocerse permite ganar en libertad de
acción y sobre todo, en libertad de querer, de voluntad. Merece la pena dedicar
un poco de tiempo. En Prossem, os esperamos.
Ejercicio de la semana.
Las ilusiones visuales tienen dos
características, que hemos citado más arriba. Todo el mundo las padece y aunque
las conozcas, las sufres. Pero hay muchos tipos de ilusiones visuales.
Proponemos buscar algunas y tratar de comprenderlas (y comprobar que aún así,
se siguen viendo). Las que proponemos son la ilusión de serpientes giratorias, cualquier
cuadro de Vasarely y sobre todo, nuestras dos favoritas: la
Mona Lisa (hay que fijarse en la sonrisa) y
la cúpula de la iglesia de San Ignacio de Roma.
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