jueves, 21 de marzo de 2013

UNA MENTE MARAVILLOSA.


        Un conocido escritor de autoayuda dice que lo más importante son las preguntas que nos hacemos y no las respuestas que nos damos. Las preguntas son la base de la reflexión, de examinar la vida, y por tanto, de mecerla, de ganarla. Es sobre lo que hablamos la semana pasada al traer a Sócrates a nuestro blog, y resaltábamos la necesidad de autoconocerse en la conversación con otras personas y a través de las preguntas adecuadas.

         Sin embargo, si seguimos reflexionando sobre cómo nos conocemos, qué sabemos de nosotros mismos y cuál es la naturaleza de ese conocimiento, nos podemos encontrar de frente con datos contrarios a la idea de las buenas preguntas. Por ejemplo: sabemos que en las preguntas está implícita la respuesta que espera nuestro interlocutor, que nuestra  mente dirige la búsqueda de información en aras a confirmar las hipótesis, que no estamos preparados para analizar grandes números correctamente, entre otros.  Incluso existen modelos que tratan sobre cómo usar el lenguaje para generar en la otra persona una experiencia emocional concreta y que sea correctiva, motivadora y que provoque el cambio. Hablamos de modelos terapéuticos.

       Quien llevó al extremo el pensamiento de la dificultad que tenemos para entendernos con el medio  y que lo hacemos a través de nuestra mente fue el filósofo francés Descartes. El no sabía nada del funcionamiento de los sesgos cognitivos, aquellas tendencias a actuar de una determinada manera, bajo una situación concreta. Pero hizo un ejercicio de duda. Quiso dudar de la veracidad de la información que venía de sus sentidos. Hoy todos conocemos las ilusiones ópticas y sabemos que gran parte de los trucos de magia son ilusiones. Quiso dudar de sus imágenes mentales, porque en alguna ocasión había vivido un sueño como algo real y luego, sólo había despertado. Hoy sabemos que las imágenes que aparecen antes de dormir o incluso antes de despertar se viven con un grado de realismo impresionante. Sin embargo, entre tanta duda, Descartes se da cuenta que está pensando, y al hecho de estar pensando no le puede poner ninguna objeción. Y escribió su famosa frase, “Pienso, luego existo”. Pero lo más importante que se puede deducir de Descartes es que conocemos las cosas porque las pensamos. Existe una idea, él usa una figura de cera, que está dentro de nosotros, que la podemos conocer gracias al pensamiento, que es universal.  Las características de la cera no son su color, su olor o su forma. Todo eso puede cambiar. Sin embargo, todos sabemos qué es la cera. (El desarrollo de la figura de cera lo podemos encontrar en “Las meditaciones sobre filosofía primera”).

        Nuestra pregunta es ¿es la mente, el yo-mismo, el self, como la figura de cera? ¿Cuáles son las características de nuestra mente? ¿Cómo podemos llegar a conocer nuestra propia mente? Para Descartes está claro: pensando. Analizando nuestros pensamientos.

        La psicología cognitiva recogió el encargo del filósofo francés, y ha desarrollado una serie de técnicas tanto de autorregistro como de observación para permitir que nuestra mente se conozca a sí misma, y por tanto, nosotros nos conozcamos mejor. Mediante, por ejemplo, registros de situaciones, sentimientos y emociones, aprendemos a reconocer cada uno de estos estados del comportamiento y a encontrar cómo somos realmente

          El ejercicio del blog:
Esta semana queremos proponer un ejercicio relacionado con Sócrates y  con Descartes. El primero, pensaba que a la sabiduría se llegaba conversando, mediante preguntas que saquen de nuestro interior el conocimiento que todos tenemos. El segundo, que sólo podemos conocernos si pensamos cuál es la idea universal de la “mente”. Os proponemos que elijáis 10 características tuyas, 10 rasgos de tu personalidad o adjetivos que les definan. Y razona qué pensamientos tienes sobre ti mismo para llegar a la conclusión que esa característica  te define. Por ejemplo. Si he elegido “generoso”, lo he hecho porque pienso “que se debe ayudar al que no tiene”. Esta es la parte cartesiana del ejercicio. La parte socrática es más social. Comenta con las personas de tu alrededor que 10 adjetivos te definen. Y compara los resultados. Así podemos aprender algo más sobre nosotros mismos.

          Tenemos una mente maravillosa, que nos permite conocer el universo, el mundo, nuestro planeta, a otras personas, incluso lo más profundo del océano, pero le es difícil llegar a lo más profundo de sí misma. ¿La ayudamos?

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