Un
conocido escritor de autoayuda dice que lo más importante son las preguntas que
nos hacemos y no las respuestas que nos damos. Las preguntas son la base de la
reflexión, de examinar la vida, y por tanto, de mecerla, de ganarla. Es sobre
lo que hablamos la semana pasada al traer a Sócrates a nuestro blog, y
resaltábamos la necesidad de autoconocerse en la conversación con otras
personas y a través de las preguntas adecuadas.
Sin
embargo, si seguimos reflexionando sobre cómo nos conocemos, qué sabemos de
nosotros mismos y cuál es la naturaleza de ese conocimiento, nos podemos
encontrar de frente con datos contrarios a la idea de las buenas preguntas. Por
ejemplo: sabemos que en las preguntas está implícita la respuesta que espera
nuestro interlocutor, que nuestra mente
dirige la búsqueda de información en aras a confirmar las hipótesis, que no
estamos preparados para analizar grandes números correctamente, entre
otros. Incluso existen modelos que
tratan sobre cómo usar el lenguaje para generar en la otra persona una
experiencia emocional concreta y que sea correctiva, motivadora y que provoque
el cambio. Hablamos de modelos terapéuticos.
Quien
llevó al extremo el pensamiento de la dificultad que tenemos para entendernos
con el medio y que lo hacemos a través
de nuestra mente fue el filósofo francés Descartes. El no sabía nada del
funcionamiento de los sesgos cognitivos, aquellas tendencias a actuar de una
determinada manera, bajo una situación concreta. Pero hizo un ejercicio de
duda. Quiso dudar de la veracidad de la información que venía de sus sentidos.
Hoy todos conocemos las ilusiones ópticas y sabemos que gran parte de los
trucos de magia son ilusiones. Quiso dudar de sus imágenes mentales, porque en
alguna ocasión había vivido un sueño como algo real y luego, sólo había
despertado. Hoy sabemos que las imágenes que aparecen antes de dormir o incluso
antes de despertar se viven con un grado de realismo impresionante. Sin embargo,
entre tanta duda, Descartes se da cuenta que está pensando, y al hecho de estar
pensando no le puede poner ninguna objeción. Y escribió su famosa frase, “Pienso, luego existo”. Pero lo más
importante que se puede deducir de Descartes es que conocemos las cosas porque
las pensamos. Existe una idea, él usa una figura de cera, que está dentro de
nosotros, que la podemos conocer gracias al pensamiento, que es universal. Las características de la cera no son su
color, su olor o su forma. Todo eso puede cambiar. Sin embargo, todos sabemos
qué es la cera. (El desarrollo de la figura de cera lo podemos encontrar en “Las meditaciones sobre filosofía primera”).
Nuestra
pregunta es ¿es la mente, el yo-mismo, el self, como la figura de cera? ¿Cuáles
son las características de nuestra mente? ¿Cómo podemos llegar a conocer
nuestra propia mente? Para Descartes está claro: pensando. Analizando nuestros
pensamientos.
La
psicología cognitiva recogió el encargo del filósofo francés, y ha desarrollado
una serie de técnicas tanto de autorregistro como de observación para permitir
que nuestra mente se conozca a sí misma, y por tanto, nosotros nos conozcamos
mejor. Mediante, por ejemplo, registros de situaciones, sentimientos y
emociones, aprendemos a reconocer cada uno de estos estados del comportamiento
y a encontrar cómo somos realmente
El
ejercicio del blog:
Esta
semana queremos proponer un ejercicio relacionado con Sócrates y con Descartes. El primero, pensaba que a la
sabiduría se llegaba conversando, mediante preguntas que saquen de nuestro
interior el conocimiento que todos tenemos. El segundo, que sólo podemos
conocernos si pensamos cuál es la idea universal de la “mente”. Os proponemos
que elijáis 10 características tuyas, 10 rasgos de tu personalidad o adjetivos
que les definan. Y razona qué pensamientos tienes sobre ti mismo para llegar a
la conclusión que esa característica te
define. Por ejemplo. Si he elegido “generoso”, lo he hecho porque pienso “que
se debe ayudar al que no tiene”. Esta es la parte cartesiana del ejercicio. La
parte socrática es más social. Comenta con las personas de tu alrededor que 10
adjetivos te definen. Y compara los resultados. Así podemos aprender algo más
sobre nosotros mismos.
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