“La vida que nos
es examinada
No merece ser
vivida.”
Sócrates.
Dice
una canción que tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor. Pero, ¿es así realmente? ¿Son las tres cosas
que importan? ¿Da la salud, o el dinero o el amor la felicidad?
La
ciencia ha demostrado que la salud no da la felicidad. En personas que han
tenido accidentes de tráfico graves
comprobamos que los estados de ánimo vuelven a niveles similares a los que la
persona tenía antes del accidente. Los datos de prevalencia de trastornos
mentales, aunque algunos han crecido en los últimos años, son estables en el
tiempo, lo que significa, probablemente, que se ha incrementado el número de
diagnósticos pero no el de enfermos reales. Es cierto que la mayoría de estos trastornos
aparecen ante un acontecimiento doloroso, estresante o ante la pérdida de un
ser querido o una noticia devastadora,
pero también es cierto que los buenos porcentajes de eficacia de las
psicoterapias, sean psicoanalistas, conductistas o cognitivas, indican que las
personas somos resistentes. Esto indica que en
los estados de ánimo, una de las partes de nuestro “yo mismo” (self en inglés) es difícil identificar
la causa que los provoca.
Con
respecto al dinero se ha discutido que existe un mínimo que, una vez superado,
no afecta a nuestros niveles de felicidad. De hecho, muchas personas creen que
si les toca la lotería serán más felices y sus vidas cambiarían. Pero no es
así. Pasado un tiempo después del premio, las personas agraciadas vuelven a
estados anteriores. Sienten una gran alegría pero después retroceden en cuanto
a su estado de ánimo. De ellos, aprendemos que las creencias pueden ser falsas
y que las emociones, a diferencia de los estados de ánimo, sí tienen un origen
identificable.
Con
respecto al amor, necesitamos algo más de luz. Sabemos que somos animales
sociales, que tenemos necesidades de filiación, de unirnos con otras personas.
Algunas de esas uniones se convierten en pasionales, otras en suplicios.
Sabemos que una relación de pareja te puede llevar a las más altas cimas de
felicidad pero también hundirte en el fango del sufrimiento. La psicología
evolucionista ha demostrado que los motivos por los que elegimos pareja son
inconscientes, aunque nosotros los racionalizamos y los justificamos. Pero la
experiencia de estar enamorado es única,
elevadora, y da sentido a la vida. La
conclusión que podemos sacar es que existen motivaciones más allá de las que
declaramos conscientemente y que la experiencia de algo, como levantarte
pensando en otra persona y sólo pensar en estar con ella, es otra parte de nosotros mismos.
Las
tres cosas de la vida de la canción nos muestran tres partes del “self”, del yo. Por un lado, la parte
cognitiva, que incluye nuestros pensamientos, nuestras creencias. Una segunda
parte es el aspecto afectivo, y dentro de él, podemos diferenciar entre
emociones y estados de ánimo. El tercer aspecto es la experiencia que tenemos
en cada momento. Y cada uno de los tres aspectos contiene elementos conscientes
e inconscientes.
Para
Sócrates, conocerse a sí mismo implica estudiar y examinar la propia vida. En
el discurso de su defensa ante el tribunal que lo iba a condenar a muerte, dejó claro que examinaba a los demás en busca
del conocimiento. Para él, conocer implica verdad, creencia y una
justificación, un soporte, algún tipo de evidencia. En el mismo diálogo platónico, encontramos un
ejemplo del método socrático, de extraer del interior de la persona las
respuestas. Sin influir. Sólo con las preguntas adecuadas. Y esa es la
aportación más importante de la historia de Sócrates: para conocernos, la mejor
manera es interactuado con los demás, conversando, estando atento a las
preguntas que nos descubran cómo somos realmente.
La
terapia y el coaching son dos procedimientos de autoconocimiento. Analizaremos
durante las próximas semanas otras formas de conocerse a sí mismo, porque somos
sabios, pero nos olvidamos. Y porque conocernos nos hace tomar mejores
decisiones y elevar la calidad de nuestra vida.
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