El psicólogo Premio
Nobel de Economía Daniel Kahneman piensa que es necesario dotarnos de un
lenguaje que describa de manera sencilla pero específica nuestros procesos
mentales. Es por ello que hoy, vamos a delimitar algo más el concepto de
Inteligencia Emocional.
La
inteligencia es uno de los conceptos de la psicología que más se ha
generalizado fuera de su campo. El lenguaje popular está lleno de acepciones
que hacen referencia a la presencia de dicha capacidad o a la ausencia de ésta.
También, es uno de los términos más complicados de definir y que más adjetivos
se le añaden. La inteligencia puede ser emocional, social, general, específica,
musical, matemática… Algunos psicólogos consideran que sólo existe un tipo de
inteligencia y otros, como el Premio Príncipe de Asturias Howard Gardner, que
es múltiple. La teoría evolucionista de módulos mentales avalaría esta
concepción, ya que defiende que cada módulo mental es un producto de la
evolución desarrollado para solucionar un problema específico. Y esta es la
idea principal de inteligencia: es la habilidad para solucionar problemas en
contextos específicos.
Ahora hablemos
de las emociones. Durante años, en la psicología no fueron importantes. De
hecho, al no ser directamente observables, no se les daba valor. Pero en la
actualidad parece que sólo existen las emociones. Hemos pasado de un extremo a
otro. Una emoción, es una respuesta de nuestro cuerpo a un evento, externo o
interno, que además, necesita de un
“darse cuenta” (consciente o no) por parte de nuestra mente. Es decir, una
emoción tiene un componente fisiológico y otro cognitivo. La experiencia
subjetiva es lo que llamamos “sentimiento”. Y un estado emocional es una
emoción mantenida en el tiempo. Sentimientos, emociones y estados emocionales
predisponen para actuar de una manera concreta. Ante las emociones podemos
reaccionar – ante una situación de rabia, gritar a una persona – o gestionar
esa situación – como el famoso contar hasta diez antes de soltar por la boca
todo lo que se nos pasa por la cabeza -.
Si juntamos la
inteligencia y las emociones, podemos decir que la Inteligencia
Emocional se compone de las siguientes habilidades:
-
La habilidad de percibir con exactitud, valorar y expresar las emociones.
-
La habilidad de acceder o generar sentimientos
que faciliten el pensamiento.
-
La habilidad de comprensión y conocimiento
emocional.
-
La habilidad de regular emociones para promover
el crecimiento intelectual y emocional.
Tomemos, por
ejemplo, la habilidad para expresar las emociones. Una persona que no domina,
por falta de educación emocional, el lenguaje para expresar correctamente las
emociones, tendrá problemas en sus relaciones, ya que aparecerá como frío o
distante, o no comunicará sus sentimientos de manera adecuada.
La utilidad de
la habilidad para regular las emociones es posiblemente la más fácil de ver. Si
nos desmoralizamos con la primera dificultad en un proyecto, nunca seremos
capaces de sacarlo adelante. O si utilizamos el enfado para lograr lo que
queremos, apareceremos como personas gruñonas y afectará a nuestras relaciones
sociales.
Acceder
o generar sentimientos que faciliten el pensamiento, permite ser más eficaces.
Todos tenemos la experiencia de quedarnos bloqueados en un bucle de pensamiento
y emoción. Por ejemplo, discutimos con nuestra pareja. Él o ella te comenta una
serie de cosas sobre tu comportamiento y después estas dos horas dándole
vueltas o “sacándole punta”. Y lo peor, es que no somos conscientes que ese
comportamiento no soluciona el problema que generó la discusión sino que,
probablemente, provoque nuevos enfrentamientos. Sin embargo, los seres humanos
somos capaces de mantener o crear emociones positivas, que nos ayuden a poner las bases de la
perseverancia, el esfuerzo, el logro de objetivos e incluso una excelente
relación de pareja.
Comprender
y conocer las emociones nos ha mantenido vivos a lo largo de nuestra historia
evolutiva. Sentir miedo ante los depredadores, nos permite salir corriendo. Nos
permite buscar comida si tenemos hambre, hacer favores a parientes o miembros
del grupo, emparejarnos cuando nos enamoramos y tener hijos. A veces, puede
aparecer algún problema, como por ejemplo, las fobias patológicas o los
trastornos de pánico. Conocer y comprender el mensaje de las emociones es la
sal de la vida y nos ha llevado a cotas tan altas como el Quijote o Hamlet, las
obras de Bach o los dibujos de
Rembrandt.
Una
educación emocional completa añade calidad a nuestras vidas. Ya sabemos qué es
Inteligencia Emocional. Trabajarla, desarrollarla, depende de cada uno.
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