miércoles, 6 de junio de 2012

LAS DOS VERTIENTES DEL LENGUAJE: PSICOLÓGICA Y ECONÓMICA


              Tras varias semanas “pendientes” de Bankia, hoy vamos a cambiar de tercio.

            El lenguaje es una herramienta fundamental para la comunicación. En los cursos para vendedores o sobre comunicación, en seminarios de PNL, citan un estudio que llegó a la conclusión que sólo el 7% de la comunicación es lingüística. El resto, es comunicación no verbal, como gestos, posturas, tono de voz… Nosotros creemos que ese 7% no es real y que el lenguaje representa una proporción mayor.

           El lenguaje determina e influye nuestra manera de pensar, a  través de nuestra lengua materna. Nos hablamos a nosotros mismos en esa lengua y racionalizamos nuestro comportamiento a través del lenguaje.

         Las palabras pueden actuar como estímulos ARD, es decir, afectivos – pueden generar emociones -, reforzadores – pueden aumentar o disminuir la frecuencia de un comportamiento – y directivas – pueden tomar control de un comportamiento-.

            El lenguaje también nos puede confundir. Sabemos que el número de palabras que se usa en una conversación correlaciona con mostrar inteligencia, y si tu compañero es del otro sexo, con estrategias de emparejamiento. Podemos poner tono de voz de enfado o de interesante, pero si no encuentras las palabras o no generas frases con sentido, difícilmente pareces inteligente. Por otro lado, la mayoría de los test de inteligencia son verbales, necesitas del lenguaje para realizarlos.

           Y para el procesamiento del lenguaje, el cerebro usa sus dos hemisferios. Hay pocos procesos que hagan trabajar al cerebro tanto.

           Queremos resaltar la importancia del lenguaje porque, a base de dejarlo de lado, estamos perdiendo la herramienta fundamental de la mente. El cerebro habla mediante conversión de señales eléctricas en nuevas señales eléctricas o químicas, Pero la mente se expresa mediante el lenguaje. Nuestra mente no está preparada para pensar en grades números. Pero sí para emitir frases a un interlocutor. La mente es irracional y las irracionalidades son predecibles, gracias al lenguaje.

           En los momentos de crisis, como el actual, ser capaces de  expresarnos claramente, evitar incoherencias y ambigüedades, es un activo fundamental. Podremos caer bien o mal  - el lenguaje también influye en nuestra autoimagen y cómo la manifestamos -. Pero nadie debería poder echarnos en cara que no somos transparentes.

          ¿Qué tiene que ver esto con la economía? Pues que la imagen que transmitimos depende de nuestra capacidad para el lenguaje. Lo que queda en la memoria no es el gesto del presidente del gobierno. Lo que queda es si dijo blanco y luego ha sido negro. Y en las finanzas personales actuamos igual que con el lenguaje. No nos paramos a pensar, a seleccionar las palabras, a buscar la estructura correcta de nuestro discurso, sino que nos sentamos en una oficina bancaria y que sea lo que dios quiera mientras nosotros no perdamos y ganemos el mayor tipo de interés posible. Luego nos encontramos que tenemos participaciones preferentes que no valen nada o que recuperaremos mediante bonos a 10 años o acciones que valen la mitad que hace un año.

          Para defenderse en la vida ante las palmaditas en la espalda, los abrazos, las expresiones de confianza – el director de toda la vida – los halagos o los estados emocionales de los demás, se necesita potenciar el lenguaje, aprender cómo se desarrolla, cómo funciona y aprender a expresarse de la manera correcta. Necesitamos volver a la racionalidad, porque las decisiones se toman emocionalmente, y ahí, los sesgos mentales de los que ya hemos hablado en otras entregas son los ganadores.

            La desafección social de España se ve en cómo maltratamos el lenguaje y nuestra lengua. Es penoso ver a figuras televisivas gritando pero incapaces de juntar tres palabras. Y es más penoso, comprobar que son los comportamientos que imitamos. Y es triste, muy triste, que el modelo de comunicación sea un conocido programa de sobremesa o un concurso donde encierran a gente en una casa.

          Así no. Así no se sale de la crisis. Se sale con voluntad, con determinación y con esfuerzo. Con un objetivo en mente. Y el lenguaje te delata si estás dispuesto o solo esperas a que las cosas cambien solas.

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