martes, 27 de diciembre de 2011

TERAPIAS… ALTERNATIVAS

            La verdad que hoy les queríamos hablar de tres cosas diferentes.

             Por un lado, queríamos explicarles qué es el modelo Milton – Friedman en Economía. Este “modelo” es el que están siguiendo nuestros dirigentes políticos en Europa y nos gustaría abrir un debate sobre él. Por la que nos va a caer en los próximos meses (dos semestres de decremento de PIB, según el nuevo ministro de economía, D. Luis de Guindos, tienen unas implicaciones en la vida diaria que es necesario descubrir y analizar).

            Por otro lado, vinculado con la idea anterior, nos hubiese gustado comentar las diferencias entre el inversor inteligente y el especulador. Qué hacen los que realmente ganan dinero ahorrando y los que no. Y que ahorrar es un juego de suma cero: si gano dinero es por que otro lo pierde.

            La tercera idea es el problema de las percepciones. Y es de la única que vamos a hablar. Algunos autores rezan que “todo es percepción”. Otros nos cuentan que “cuando las puertas de la percepción están abiertas, se ven las cosas como realmente son: infinitas “(Oscar Wilde – Aldoux Husley).  La percepción es un campo de la psicología, amplio, y de una dificultad considerable. Una escuela de estudiantes de la percepción dio lugar a la Gestalt, la psicología de la forma… y sus derivaciones menos científicas como la Terapia Gestalt de Fristz Perls o, una vuelta de tuerca más, la Programación Neurolingüística.

            La percepción nos juega malas pasadas, demasiado malas. El cerebro humano comete errores cognitivos constantemente. La mente evolucionó en un ambiente en el que las presiones de selección eran diferentes a las que nos encontramos en el día de hoy. Entre las pasadas que nos juega la mente podemos encontrar:

·         Ilusiones de atención. Creemos que prestamos atención a más cosas de las que realmente percibimos. Sin embargo, no vemos ni oímos las cosas inesperadas.           
·         Ilusiones de Memoria. Pensamos que recordamos perfectamente las cosas que vemos, lo que nos pasa. Y va a ser que no. Resulta que los recuerdos están matizados por la emoción. Y resulta que recordamos lo que pensamos que recordamos.
·         Ilusiones de Confianza. Sobrevaloramos nuestras habilidades. Nos pensamos mejores de lo que realmente somos. No usamos ningún criterio, baremo o estándar  con el que comparar nuestra actuación. Y eso nos lleva a creernos más competentes de lo que realmente somos.
·         Ilusiones de Conocimiento. También sobrevaloramos nuestros conocimientos. Creemos que sabemos más de lo que realmente dominamos. Y también pretendemos que nuestras decisiones sean más que correctas, sino las adecuadas o las mejores comparadas con las de los demás. 
·         Ilusiones de causa – efecto. Este sesgo tiene dos patas. Por un lado, tenemos las correlaciones: que dos acontecimientos ocurran juntos no significa que una cause a la otra. La segunda pata, es que un hecho que precede a otro no significa que lo cause. Por ejemplo, que nos pongan agujitas en una oreja y mejore nuestro dolor de espalda, no significa que las agujitas “curen”.
·         Ilusiones de potencial. Creemos que nuestro cerebro aprende muchas más cosas de las que realmente aprende. Y que ese aprendizaje es fácil. Pues lo sentimos. No es así., Escuchar  música barroca no nos hace más listos. Para mejorar hay que esforzarse. Para mejorar es necesario la práctica esforzada y consciente.

            Todo esto viene porque el Ministerio de Sanidad nos ha dejado la siguiente afirmación en un informe sobre terapias alternativas: “Pocas terapias naturales han demostrado su eficacia en situaciones clínicas concretas mediante la aplicación de métodos científicos. Sin embargo, esta ausencia de demostración de su eficacia no debe ser considerada como sinónimo de ineficacia” y después nos dicen que “muchos pacientes refieren cierto grado de satisfacción”.

            Y en estos casos es cuando los miembros de Prossem nos ponemos a temblar. Si el Ministerio de Sanidad dice que, ya que los pacientes relatan mejoría, no podemos decir que estos tratamientos son ineficaces. O son eficaces o no lo son. Y que, a estas alturas de la historia, se niegue el efecto placebo, da más miedo todavía.

            El principal problema de las terapias alternativas es que no existen experimentos que demuestren que son eficaces. No nos cansaremos de repetirlo: la única manera de saber si una cosa causa otra es haciendo experimentos. En los experimentos se toma una variable, a la que se llama dependiente, y se le dan unos valores. Cada uno de esos valores será un grupo experimental. Y se miden sus efectos sobre una variable que se llama independiente. El resto de variables se controlan mediante el diseño experimental – por ejemplo, en un experimento de doble ciego, ni el que aplica las pruebas ni las persona que es sujeto experimental conocen los objetivos del experimento – para que los resultados no sean debidos al azar. Y la manera de controlar el azar es asignando a cada condición experimental las personas que participan en el experimento de manera aleatoria. A suertes, como se dice en los pueblos. Y nos tememos que ninguno de los experimentos sobre la eficacia de la acupuntura o la homeopatía cumplen con este requisito.

            Con lo que si cumplen es con la cantidad de sesgos mentales que hemos expuesto unas líneas arriba. Pero especialmente dos: la ilusión de causa-efecto y la ilusión de potencial humano. Cada uno sabrá. Les proponemos un ejercicio. En el artículo de “El País” que les hemos presentado, ¿dónde se encuentran cada uno de los sesgos mentales – los seis – de los que hemos hablado?-,

            Otra cosa. Lo mejor son los precios. Evaluación: 140 Euros. Tratamiento: desde 40 Euros a 80 Euros. Sinceramente, deberíamos investigar si las personas mejoran para no volver a pagar estas cantidades.

            En Prossem cada día repetimos que las herramientas que tenemos para mejorar, mental y físicamente, son más básicas y más fáciles: Formación de calidad, pensamiento crítico y ciencia.  Y ya volveremos la semana que viene a ver cómo la psicología puede ayudarnos a mejorar las finanzas. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario