jueves, 16 de mayo de 2013

LA FICCIÓN QUE ES REAL.


    Desde Freud, se acepta que existen esperanzas, motivos, deseos que son inconscientes. Es decir, no los tenemos en nuestra mente en el momento en el que actuamos, sino que tenemos que buscar en un lugar más profundo para entender por qué hacemos lo que hacemos. Las pruebas en las que se basaba el padre del Psicoanálisis, extraídas del estudio de sus propios casos o los de colegas cercanos, de la literatura, del arte, siempre confirmaban las hipótesis del alemán, o sus  interpretaciones sobre los actos fallidos.

        Una de las fuentes de irracionalidad humana es, efectivamente, el inconsciente. Pero no en el sentido en el que lo entendían Freud y los psicoanalistas, la Gestalt de Perls o la Programación Neuroligüística actual. El inconsciente que presentamos hoy es torpe, no nos ayuda, nos guía hacia decisiones incorrectas y mantiene comportamientos que en ocasiones son dañinos para nosotros.

        El primer componente del inconsciente irracional es biológico. Es el sistema límbico. Poco evolucionado, no es muy diferente que el de una rata y tiene dos características: Es rápido, muy rápido, cuando capta un estímulo, lo carga emocionalmente y funciona como un “todo – nada”, Es decir, vemos un tigre, le damos valor emocional “miedo”, el sistema se activa y nos hace correr. Sucede lo mismo con cualquier otro peligro, incluidos los que no existen. Si, por ejemplo, el jefe te ha contestado muy serio, llegas a casa y estás pensando si se habrá enfadado, si las cosas van mal, si hay crisis… empiezas a pensar que te van a despedir… terminas con úlcera de estómago.

      El segundo componente del inconsciente irracional son los sesgos o tendencias a comportarnos de una manera determinada. Y tenemos varios tipos de sesgos, unos perceptivos (recuerden las ilusiones de la semana pasada), otros cognitivos (de los que hemos hablado en otras entradas del blog) y otros emocionales. Vamos a resaltar algunos de ellos.

        La duración de las emociones es el primer error. Son más transitorias, tienen una vida más corta de lo que nosotros pensamos. Sin embargo, sobrevaloramos constantemente nuestro estado emocional, y predecimos que nos sentiremos en un futuro igual o similar a cómo estamos ahora. Probablemente nos equivocamos.

        Las emociones afectan a la percepción del riesgo de ocurrencia de un acontecimiento. Nuestra percepción del riesgo se incrementa cuando ese hecho tiene “saliencia”, que traducido es algo así como no se nos va de la memoria porque sale en todos los lados, en la tele, en el periódico, en Internet… y si tenemos una respuesta emocional a ese hecho… pues ya está, nos parecerá el acontecimiento más peligroso del mundo.

        Otra emoción inconsciente es el producido por el efecto “víctima identificable”. Si nos piden hacer un donativo para eliminar el hambre en África o para quitar el hambre a “Awakganha”, que es una niña de 3 años, y te enseñan una foto, y tan solo es un euro al día… ¿Qué suele suceder? ¿Saben cómo se elimina el efecto de la víctima identificable? Pensando en términos de estadística, de racionalidad. O viendo una foto de quince niños, de la misma aldea que nuestra niña, en la que no identificamos a ninguno, no le ponemos nombre.

        Otro de los efectos de la emoción inconsciente es, que no somos capaces de predecir cómo vamos a actuar bajo presión, o bajo los efectos del estrés,  o de un “calentón”. La mayoría de las respuestas agresivas hacia superiores vienen dadas por un desborde del caudal de ansiedad que uno tiene. Incluso esos comportamientos se generalizan y se producen en casa. Otro ejemplo es el resultado de un experimento en el que personas jóvenes eran incapaces de entender su comportamiento en un estado “caliente” (sexualmente activados) desde un estado frío y sereno (en el primer estado cometían más conductas de riesgo y su estándar moral se relajaba) o el descubrimiento de que aquellos que mostraban señales de tener compromisos más puritanos tenían mayores ratios de infecciones de transmisión sexual.

        La irracionalidad comienza en nuestro inconsciente y dentro de él, las emociones son uno de los actores principales. Las emociones son una parte básica de la naturaleza humana, y pueden trabajar a nuestro favor o en nuestra contra. Pero lo más importante de hoy, es que las emociones pueden tomar el control sobre la cognición, el pensamiento racional y crítico, y llevarnos a cometer errores. O a perder dinero haciendo donativos a una niña que igual, no existe.

        El ejercicio de la semana:
Siéntate en un sitio cómodo, en el que puedas mantener la espalda recta. Elige alguna situación del pasado en el que te sentiste abrumado por un jefe, tu esposo o esposa, que explotaste. Ahora, intenta rememorar la experiencia original, pero ojo, hablamos de la experiencia, de la emoción, no del discurso interno que la acompañaba, no de las justificaciones a tu comportamiento. Es difícil revivirla, ¿verdad? Trata de hacer lo mismo, de imaginar la situación mientras te centras en tu respiración y vas contando de uno a diez. ¿Difícil? ¿Qué sucede?

      En nuestro programa Inteligencia Emocional Plena, mostramos como hacer conscientes nuestras emociones y lograr que trabajen a nuestro favor. Atrévete a hacer más ejercicio como éste.

        Por un mundo consciente.

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