jueves, 18 de abril de 2013

EL YO Y EL CEREBRO.


        Esta es nuestra sexta semana de reflexión sobre el conocimiento de uno mismo. Hemos tomado notas de Sócrates, hemos dudado de todo, menos de nuestro pensamiento junto con Descartes, nos hemos visto como tendencias a actuar de una manera concreta bajo unas circunstancias específicas como nos indica Ryle. Freud nos ha señalado que nuestros deseos e intereses son inconscientes y Wilson nos mostró que el inconsciente se dedica a procurarnos salud y adaptación al medio en que vivimos. ¿Qué más podemos aprender?

        El self, el sí mismo, necesita un cerebro. Vive un cerebro. Somos lo que nuestro cerebro hace. Un poco de historia. Verano de 1848. Vermont, Nueva Inglaterra. El joven de 25 años Phineas Gage se dispone a preparar una detonación en la construcción de la línea de ferrocarril. Sus jefes dicen de él que es “el hombre más eficiente y capaz” a su servicio. Pero en una distracción, una carga de pólvora le explota en la cara, y la barra de hierro que utilizaba para prender las mechas le traspasa la mejilla izquierda y sale por la parte superior de la cabeza. Gage, sin embargo, no muere. Todo lo contrario, con el paso de los días, recuperó su fuerza, no tenia paralizada ninguna parte del cuerpo, ni le afectó a los sentidos o al habla. Pero Gage ya no era él mimo. Harlow, un médico que lo atendía, dijo que el balance entre su facultad intelectual y sus propensiones animales se había destruido. Gage perdió la capacidad para practicar las normas sociales y éticas previamente adquiridas.

          El relato de la historia de Phineas Gage lo encontramos en El error de Descartes, una de las obras del Neurólogo Antonio Damasio. Su última obra traducida al español, “Y el cerebro creó al hombre”, incluye un capítulo entero al sí mismo autobiográfico. De Damasio, queremos resaltar una idea fundamental: las operaciones de la mente, por muy refinadas que nos parezcan, no están separadas de la estructura y funcionamiento del organismo biológico. Si el cuerpo falla, la mente falla. De hecho, una de las ideas de Damasio es la hipótesis del marcador somático. En todo proceso de decisión, hay una marca, una imagen, relacionada con el cuerpo, que nos indica el resultado negativo de una acción determinada. Las emociones nos ayudan, para bien o para mal, a tomar decisiones.

           Damasio no es el único autor que nos ha descrito casos clínicos como el de Gage, y ha buscado la explicación en el cerebro. Otro autor, el neurólogo Oliver Sacks, nos ha regalado obras llenas de descripciones de casos. Los fallos en el cerebro, sean por exceso o por defecto, producen comportamientos extraños, como el síndrome de la Tourrete, ser incapaz de percibir el mundo correctamente, tener una memoria privilegiada pero no poder mantener una conversación con otra persona… Sacks pone un ejemplo de cómo nos la juega nuestro cerebro. Existe un tipo de migraña que él llama situacional, y se activa ante situaciones que mueven, despiertan o molestan al organismo. Estas situaciones pueden ser la luz y el ruido, los olores, el tiempo atmosférico, el ejercicio físico, el dolor, y sobre todo, las emociones violentas que “superan a todas las otras circunstancias agudas de en su capacidad de provocar reacciones de migraña”.

        Hasta ahora, en realidad, habíamos tratado poco las emociones. Incluso aunque hemos tratado con Freud, éste hablaba de motivaciones, de deseos, de causas del comportamiento, pero no de emociones, no de estados de ánimo diarios.

        La neurología nos enseña que una parte importante de nuestro self es nuestro organismo. No es extraño que en algunos casos de patologías aparezcan problemas de autoestima, de autoconcepto, en los que uno se habla a sí mismo mediante críticas y ataques irracionales, poniéndose límites y maneras de pensar poco eficaces y con su cuerpo, con su organismo, como objetivo de las críticas y de cuidados insuficientes. Conocerse a sí mismo es conocer el propio cuerpo.

        Ya vamos terminando con las reflexiones acerca del sí mismo. Nos quedan dos pequeños conceptos por mirar, el autoengaño, del que ya hemos hablado en este blog, y una pregunta fundamental. Si existe el self, ¿existe el No–Self? Las tradiciones budistas piensan que sí… pero ya lo veremos.

           El ejercicio de la semana:
Busca esta semana cualquier tipo de ilusión óptica. Y trata de buscar información sobre ella, por qué se produce, qué fundamentos tiene... Después, cuando creas que la has comprendido, descansa unos minutos. Pasados esos minutos, vuelve sobre la ilución óptica. ¿Qué sucede? ¿La sigues viendo? ¿Sigue tu cerebro interpretando la información de manera incorrecta? Had la prueba con cuantas ilusiones conozcas o encuentres. Siempre "sufrirás" la ilusión. Esa es la importancia del cerebro.

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